lunes, 26 de octubre de 2020

Hope Gap

 



Con la elegancia que caracteriza a los británicos, William Nicholson en el guion y la dirección de Hope Gap aborda un asunto delicado, un lugar donde aparece el dolor y puede permanecer mucho tiempo, la ruptura familiar. Cada familia es diferente, no sé si hay familias felices (Tolstói), quizá lo sean por un tiempo, pero la infelicidad como se dice en la película termina por golpear a todo el mundo. En Hope Gap hay tres personas infelices, cada una a su modo. Edward, cuando aparece la madre de un chico al que da clase de literatura, se da cuenta de que lo es, que su vida junto a Grace después de 29 años de casados no ha sido una fuente de alegría y decide abandonar el hogar familiar. Bill Nighy es capaz en su interpretación, con un lenguaje roto, lacónico e inexpresivo, de mostrar el malestar, su incomodidad en el trato con su mujer, su infelicidad duradera. Grace se ve de pronto, incrédula, abandonada y se obstina en no aceptarlo, persigue a Edward para que vuelva, para que se deje de chiquilladas, prometiendo cambiar su carácter. Annette Bening no parece que sea una actriz metida en un personaje sino la propia Grace devastada que ha de asumir una vida entera de fracaso. El tercer infeliz es el hijo, Jamie. Sus padres esperan que venga a Seaford, el pequeño pueblo costero junto a los acantilados donde viven, Grace esperando que suture las heridas de un matrimonio imposible, Edward para hacerle testigo de su firme decisión. El personaje que interpreta Josh O'Connor ve en la infelicidad de sus padres la suya propia, la infelicidad que a todo hombre le espera.


La realización es comedida, como la interpretación, muy lejos de cómo lo harían nuestros actores, quizá porque las familias inglesas no son infelices del modo en que lo son las mediterráneas. El dolor que quiere mostrar William Nicholson busca apoyo metafórico en el romper de las olas, en la caída de los blancos acantilados sobre el mar hasta donde llegan los personajes cuando parece que están al límite, en el paisaje de pequeños estanques sobre las rocas que deja la marea cuando se retira y que al hijo le retrotrae a su infancia feliz. No solo, como en la alta cultura popular de los novelistas ingleses, el guion está lleno de referencias poéticas que van subrayando el paso del tiempo y la caída en el dolor, como este famoso poema de Dante Gabriel Rossetti.


Yo estuve aquí antes,

pero cuándo o cómo no lo sé:

conozco la hierba detrás de la puerta,

el dulce aroma penetrante,

los sonidos susurrantes,

las luces a lo largo de la costa.


Tú has sido mía antes,

pero hace cuánto no lo sé:

a punto de flotar en este abismo,

tu cuello giró, algún velo cayó;

y lo supe al instante.


¿Ha ocurrido esto antes?

¿No será que el vuelo concéntrico

del tiempo restaura nuestras vidas,

perpetúa nuestro amor, en la muerte del pesar,

y el día y la noche nos regalan la alegría una vez más?


(Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) / «I have been here before»)


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