miércoles, 7 de octubre de 2020

Camino

 

He dudado estos días sobre si hacer un Camino, incluso hice una etapa hasta Hontanas, ida y vuelta, para probarme. Hablé con los caminantes, pocos. Un madrileño lo comenzaba en Burgos, temeroso de que cerrasen su ciudad. Su familia le impuso la condición de que no se albergase, que cambiase los albergues tradicionales por hostales y hoteles. Así lo planificó, aunque el primer día ya tuvo que modificar su plan: todo en Hontanas estaba cerrado. Una chica venía desde Toulouse andando. Era joven y despreocupada, aunque decía que en los albergues sí que hay cuidado, separación, higiene. Una pareja de mediana edad viajaban en bici con su perro, el perro en la cesta delantera de la bicicleta que él llevaba. Se les veía tranquilos, sin prisa, aunque expectantes. Miré el tiempo, les esperaba una semana de lluvia, malo para ir en bici. También vi un par de jóvenes que hablaban en inglés, sonrientes, con ganas de hablar, aunque me pilló a trasmano, yo volvía ya con prisa. También había los solitarios habituales, gente hosca que apenas devuelve el saludo, mojones andantes recortados a contraluz en el páramo castellano. Los hospitaleros dicen que este año pasa muy poca gente y que se han cerrado muchos albergues, bares, restaurantes, tiendas de paso. El camino se torna incómodo, pero eso le hace más real, menos turístico. Cuando ya estaba decidido a salir de casa, cerraron Palencia y León, Me desanimé; también contribuyó la lluvia. Así que me he venido a Castelldefels, a ver a la familia.


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