Coinciden en mi punto de mira estos días una serie, Shtisel, una peli, Papicha, y una noir, Plegarias, una novela. Las tres con fondo religioso, con tres religiones diferentes, las tres con libro, monoteístas.
Shtisel retrata una comunidad ortodoxa jerosolimitana, un barrio en el que por lo que parece solo viven judíos ortodoxos. Viven, estudian, compran y venden, se prometen y casan y mueren entre ellos, como si en el mundo no hubiese otra cosa, como si muertos y vivos ortodoxos conformasen el cosmos y lo demás no fuese más que espejismo. Y por lo visto se puede vivir de ese modo, algo así como si se tuviese amputada la parte del cerebro que explora y atiende a la diferencia, como si el ensayo y el error que está en la base del proceso civilizatorio estuviese excluido de la comunidad. No parece que sean desgraciados hasta el punto de la desesperación o la locura. A los autores de la serie no parece importarles nuestro juicio,
Papicha es una película argelina de 2019 estrenada en este mes de agosto en el que la gente no va al cine. El fondo religioso no es nada amable. Al principio aparece como flashes informativos en la tele o en la radio, con afiches en las paredes, con la irrupción en reuniones de fanáticos o fanáticas salafistas vestidas de arriba abajo de negro pero termina arrollando el empeño de ser libres. Es la Argelia asaltada por el terrorismo en los años 90. Aquí sí que se exige un juicio.
Plegarias, la novela de Philip Kerr (famoso por la serie de novelas policíacas con base en la Alemania nazi), es un noir alambicado, un juego literario que toma como excusa el fundamentalismo cristiano, situado en Texas. El sujeto de la acción no es tanto lo religioso como la arquitectura del género literario. Por tanto no hay realismo documental sino el placer que produce reconocer las variaciones en los estereotipos del género. El juicio sobre la religión carece de importancia.
Mi idea al escribir esta entrada era decir algo original sobre la religión, pero renuncio. La experiencia humana es inabarcable, los puntos de vista milmillonarios. La religión es un trauma pero también ha sido fuente de conocimiento, la religión ha machacado a los hombres pero también los ha salvado. Hablar de religión es hacer la historia del hombre con todo lo que tiene de zozobra, de oscuridad y de iluminación. Nada le ha movido más que la más grande las ficciones, Dios.
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