jueves, 9 de abril de 2020

El extranjero, de Albert Camus



« Aujourd’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas. » (Íncipit)

Me topé por vez primera con el autor y su obra en un manual de ética en mis tiempos de educación secundaria, en un colegio de curas. Puede deducirse qué pintaban allí. Pero no era mal sitio para conocer al autor. No hay obra sin contexto. Cuándo fue escrita. Cómo ha sido leída en el tiempo. ¿Y ahora, qué me dice ahora? La obra fue escrita por un francés argelino. El protagonista es uno como él. Su madre está en una residencia, muere, y Meursault es avisado para que acuda a enterrarla. Al día siguiente queda con un vecino (no está claro que sean amigos) y con María para ir a darse un chapuzón en la playa. El vecino, Raimundo, es un proxeneta violento que sacude a su querida (sin nombre). Meursault es testigo. No hace ademán de detenerlo mientras le pega. Y atestigua en comisaría a favor del vecino. María, mientras tanto , le pregunta si se casaría con ella. Meursault le dice que tanto da, pero que bueno. En la playa hay un incidente entre Raimundo y un árabe (sin nombre) que es el hermano de la querida. Meursault le guarda la pistola, Raimundo recibe una cuchillada. Comen, beben, hace calor, mucho calor. Meursault da un paseo en solitario por la playa. Tras unas rocas, se topa con el árabe que saca el cuchillo. Meursault se seca el calor intenso, el sol que se refleja en la hoja del cuchillo lo deslumbra. Saca la pistola de Raimundo que lleva en el bolsillo y dispara. Tras una pausa vuelve a disparar cuatro veces más. Es la primera parte de la novela. En la segunda, Meursault, encarcelado, enfrenta su frialdad emocional a sucesivos personajes: el juez instructor católico al que espanta, el abogado, que entiende el caso con el instrumental propio de un abogado formalista, el presidente del tribunal que tampoco comprende, el fiscal (procurador) cuyo argumento principal para reclamar la pena máxima es la frialdad demostrada por Meursault en la despedida de su madre y el cura que le atiende en la cárcel, a la espera de la ejecución a que ha sido condenado, que se resiste, de forma patética, a creer que Meursault no se arrepienta ni conciba una vida más allá de esta.

El gran qué de la novela es el personaje, Meursault, y su actitud. La novela fue publicada en la Francia ocupada, en 1942. Los franceses llegaron a una entente con los nazis. Se sometieron, colaboraron, se humillaron a cambio de salvar la vida (luego, tras la guerra, cuando hubo que desnazificar en la zona de su influencia, los franceses les pagaron con la misma momeda). ¿Qué valía, entonces, una vida? La interpretación desde entonces de la frialdad emocional de Meursault se ha asociado al existencialismo o al absurdo del vivir. Son interpretaciones literarias. Tampoco hay que hacer mucho caso de lo que el propio Camus dijera posteriormente al respecto. El Camus que con 29 años publicó esta obra en 1942 no era el mismo que el de los años posteriores a la guerra. Como yo no soy el adolescente de secundaria que oyó hablar por primera vez de Camus y El extranjero y Sísifo. Si una obra es potente, y esta lo es, cobra significados nuevos en cada lectura, interactúa con el lector. La escritura es diáfana, sin una pizca de grasa. Mientras la leía pensaba, por qué no la escribiría en español (podría haberlo hecho, su madre era española), cómo habría contribuido a limpiarlo, me lamento. A limpiar la escritura pero también la temática, mostrando el camino hacia la profundidad, que como Valéry señalaba está en la piel. Sobre el personaje, pensaba más en sus características psicológicas, su determinación neurológica, que en la moral o filosofía subyacente. El existencialimo como filosofía y el absurdo como estética han decaído, apenas son una nota a pie de página en los años de la posguerra, sin embargo, la mente humana como objeto científico está de plena actualidad.



Qué decir de El extranjero (1967) de Visconti. Había visto la película, como casi todo Visconti, seducido por el aura del director italiano, no recuerdo en qué condiciones. Creo que en Lo straniero no está L'Étranger. Al menos en el personaje que interpreta Marcello Mastroianni, no he reconocido al que yo había imaginado leyendo el libro de Albert Camus. No me extraña que Camus no quisiese que el libro se tradujese en imágenes. También este tiempo (abril de 2020) es diferente de 1942 y diferente de 1967. Hay una fidelidad al texto en el guion, el calor del verano argelino, el deslumbramiento del sol en el filo del cuchillo y todos los demás detalles, pero no está la anomia del personaje, tampoco la frialdad emocional o al menos no con la claridad expuesta en la recta prosa de Camus. En cuanto al juicio y su teatro está demasiado caricaturizado, burlesco, simplificado, como si se mostrase con soberbia la baza ganadora del ateísmo o la laicidad en la partida contra la democracia cristiana. Nada que ver con el original.




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