« Aujourd’hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas. » (Íncipit)
Me
topé por vez primera con el autor y su obra en un manual de ética
en mis tiempos de educación secundaria, en un colegio de curas.
Puede deducirse qué pintaban allí. Pero no era mal sitio para
conocer al autor. No hay obra sin
contexto. Cuándo fue escrita. Cómo ha sido leída en el tiempo. ¿Y
ahora, qué me dice ahora? La obra fue escrita por un francés
argelino. El protagonista es uno como él. Su madre está en una
residencia, muere, y Meursault
es avisado para que acuda a enterrarla. Al día siguiente queda con
un vecino (no está claro que sean amigos) y con María para ir a
darse un chapuzón en la playa. El
vecino, Raimundo, es un proxeneta violento que sacude a su querida
(sin
nombre).
Meursault es testigo. No hace ademán de detenerlo mientras le pega.
Y atestigua en comisaría a favor del vecino. María,
mientras tanto , le pregunta
si se casaría con ella. Meursault le dice que tanto da, pero que
bueno. En
la playa hay un incidente entre Raimundo y un árabe (sin nombre) que
es el hermano de la querida. Meursault
le guarda la pistola, Raimundo recibe una cuchillada.
Comen, beben, hace calor, mucho calor. Meursault da un paseo en
solitario por la playa. Tras unas rocas, se topa con el árabe que
saca el
cuchillo. Meursault se seca el calor intenso, el sol que se refleja
en la hoja del cuchillo lo deslumbra. Saca la pistola de Raimundo que
lleva en el bolsillo y dispara. Tras una pausa vuelve a disparar
cuatro veces más. Es la primera parte de la novela. En la segunda,
Meursault,
encarcelado,
enfrenta su frialdad emocional
a sucesivos personajes: el juez instructor católico al que espanta,
el abogado, que entiende el caso con el instrumental propio
de un
abogado formalista,
el presidente del tribunal que tampoco comprende, el fiscal
(procurador) cuyo argumento principal para
reclamar la pena máxima es
la frialdad demostrada por Meursault
en la despedida de su madre y el cura que le atiende en la cárcel, a
la espera de la ejecución a que ha sido condenado, que se resiste,
de
forma patética,
a creer que Meursault no
se arrepienta ni conciba una vida más allá de esta.
El
gran qué de la novela es el personaje, Meursault, y su actitud. La
novela fue publicada en la Francia ocupada, en 1942. Los franceses
llegaron a una entente con los nazis. Se sometieron, colaboraron, se
humillaron a cambio de salvar la vida (luego,
tras la guerra, cuando hubo que desnazificar en la zona de su
influencia, los franceses les pagaron con la misma momeda).
¿Qué
valía, entonces, una vida? La
interpretación desde entonces de la frialdad emocional de Meursault
se ha asociado al existencialismo o al absurdo del vivir. Son
interpretaciones literarias. Tampoco hay que hacer mucho caso de lo
que el propio Camus dijera posteriormente al respecto. El Camus que
con 29 años publicó esta obra en 1942 no era el mismo que el de los
años posteriores a la guerra. Como yo no soy el adolescente de
secundaria que oyó hablar por primera vez de Camus y El extranjero y
Sísifo. Si una obra es potente, y esta lo es, cobra significados
nuevos en cada lectura, interactúa con el lector. La escritura es
diáfana, sin una pizca de grasa. Mientras la leía pensaba, por qué
no la escribiría en español (podría
haberlo hecho,
su
madre era española),
cómo habría contribuido a limpiarlo, me
lamento.
A limpiar la escritura pero también la temática, mostrando el
camino hacia la profundidad, que como Valéry señalaba está en la
piel. Sobre el personaje, pensaba más en sus características
psicológicas, su determinación neurológica, que en la moral o
filosofía subyacente.
El
existencialimo como filosofía y el absurdo como estética han
decaído, apenas son una nota a pie de página en los años de la
posguerra, sin embargo, la mente humana como objeto científico está
de plena actualidad.
Qué
decir de El
extranjero
(1967) de Visconti. Había
visto la
película,
como casi todo Visconti, seducido por el aura del director italiano,
no recuerdo en qué condiciones. Creo que en Lo
straniero
no está L'Étranger.
Al menos en el personaje que interpreta Marcello Mastroianni, no he
reconocido al que yo había imaginado leyendo el libro de Albert
Camus. No
me extraña que Camus no quisiese que el libro se tradujese en
imágenes. También este tiempo (abril de 2020) es diferente de 1942
y diferente de 1967. Hay
una fidelidad al texto en el guion, el calor del verano argelino, el
deslumbramiento del sol en el filo del cuchillo y todos los demás
detalles, pero no está la anomia del personaje, tampoco la frialdad
emocional o al menos no con la claridad expuesta en la recta prosa de
Camus. En cuanto al juicio y su teatro está demasiado
caricaturizado, burlesco, simplificado,
como si se mostrase con soberbia la baza ganadora del ateísmo o la
laicidad en la partida contra la democracia cristiana. Nada que ver
con el original.


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