jueves, 26 de marzo de 2020

Trenes rigurosamente vigilados



Me cuesta leer textos que exigen continuidad, largos. Prefiero la consulta de los periódicos, artículos breves, mezcla de combate e información. Necesitamos descargar nuestra ira y ver luz, las dos cosas. Pero he conseguido leer este libro, no muy largo, de un autor que tuvo su fama, del que compre libros que no había leído. Y ahora lo leo en epub, porque me resulta más cómodo. El orden de las historias es algo caótico y las escenas no se definen con precisión, más bien parecen apuntes que la memoria va rescatando. Lo que se cuenta discurre en 1945, cuando los nazis dominaban Chequia, Checoslovaquia entonces, pero ya en retirada. La novela se publica en 1964. Los personajes, menudos y risueños en la percepción del joven protagonista, están descritos por alguna habilidad, torpeza o excentricidad. Los hombres más que las mujeres. Estas aparecen como relleno, al servicio de las fantasías del varón. Otra época. Esa brevedad del trazo grueso y cómico no sé si es debido a la voluntad de experimentación de aquellos años o a la facilidad que Bohumil Hrabal, según he leído en algún sitio, tenía para contar historias, como si el origen del libro estuviese en la oralidad. La novela la protagoniza un joven que entra a trabajar en una estación de ferrocarril. Quiere aprender en una doble dirección, un oficio que le deje mucho tiempo libre, sin grandes exigencias, y ser un hombre. Esto ultimo vertebra la ligera trama. Ha experimentado un gatillazo en el primer encuentro amoroso con su novia y quiere remediarlo, así que busca una mujer que le enseñe qué debe hacer. Luego está el decorado, la ocupación de los nazis, la resistencia, la colaboración. Es un simple decorado, no creo que se deban sacar lecciones morales o de heroísmo político. Todo contado con humor. Hasta lo más trágico, en dos ocasiones, está diluido en el humor. La sensación es la falta de densidad, de profundidad. Podría ser un cómic.


Sin embargo, la película de Jirí Menzel, de 1966, orcarizada, me ha interesado más. Quizá porque ver exige menos que leer, uno se deja llevar por el blanco y negro muy cuidado, muy bien fotografiado, por la definición visual de los personajes y las escenas. La falta de hondura de la novela pasa mejor en el cine. Además en días como estos, necesitamos paisaje, aire libre, un cierto romanticismo, también algún acto de heroísmo aunque como en el caso del protagonista de esta historia sea casi sin querer.

Hay que tomarse una pausa.


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