lunes, 23 de marzo de 2020

Propaganda



"Cada mentira que contamos es una deuda con la verdad. Más tarde o más temprano hay que pagarla”. (Legásov, en Chernobyl)

Todavía no ha desaparecido de la dirección del país la mentalidad de propaganda. Este equipo formado en enero se construyó no para gobernar sino para mantener viva la disputa ideológica. Con unos pocos temas de combate, con enemigos difusos pero fáciles de intuir para quien sigue mínimamente las noticias, los programas de debate, las redes dirigidas: El franquismo, el machismo, el cambio climático, la desigualdad. El objetivo no era destruir a los partidos de la oposición, muy mermados y hasta descabezados, sino amarrar a la población, mantener encendida la emoción y el enganche a la ‘causa progresista’ definida por los temas. En realidad formaron dos equipos, uno más propagandístico que el otro. Cuando ha llegado la crisis, los técnicos del gobierno distribuidos por áreas eran pocos y su competencia se está demostrando que no era mucha.

En la tradición de la izquierda está el desprecio por la gestión. Atribuyen esta a la empresa, al negocio, a la búsqueda del beneficio, a la derecha. Lo suyo es el cambio social, el modelo de Estado, la ingeniería. Esta tremenda crisis les ha pillado en pelotas. No la han visto venir, se burlaron de China, no se fijaron en cómo la abordaban los gobiernos asiáticos que no eran regímenes totalitarios. Y tuvieron tiempo. No hicieron previsiones, planes. Si en los primeros días decían que aquí habría pocos casos, cómo iban a tener planes de contingencia preparados, a comprar material, a disponer de un sistema hospitalario adicional. Lo peor es que no son capaces de cambiar sobre la marcha. Ya no digo que se forme un gobierno de coalición, que sería lo ideal, para bregar todos a una, sino que desaparezca la propaganda y se ponga en primera fila un gobierno de gestores: en sanidad, en defensa, en interior, en economía. Quienes reniegan del gobierno de coalición desprecian a quienes no piensan como ellos. Prefieren tener de compañeros a los de eta y a los independentistas antes que a nosotros, sus vecinos. Es desalentador ver las comparecencias televisivas del Presidente y de su vicepresidente segundo, como lo es que se le diera a este entrada en el CNI o que tenga tanta relevancia Redondo, el factótum de quien depende el armazón propagandístico, el diseñador de ‘la crispación’. Una de dos, o no han tomado conciencia de la magnitud o el golpe ha sido tan grande que aún no se han repuesto. Les han sobrado días, todo se hace con retraso, paralizados ante el avance de la pandemia, atemorizados ante la respuesta emocional de la población (lo que hasta ahora era el arma de su propaganda), no han sabido coordinarse con las autonomías, no se ve un plan director. Dos, uno para detener la enfermedad, otro para diseñar el día después, para reactivar la economía, para dar una solución a los millones de parados que vendrán. Y lo peor que puede ocurrir, que el cabreo ante tanta incompetencia signifique el auge de VOX. Oigo a la ministra Calviño en una comparecencia en la tele y me pregunto, por qué no es la presidenta. Da confianza, sabe de lo que habla, explica las medidas que hay que tomar comparando con otros países. Parece una buena gestora, lo que ahora necesitamos, lejos de los propagandistas.

En el posfranquismo creímos que era el partido de la libertad y así ocurrió en los primeros gobiernos de la transición, le dimos la mayoría absoluta cuatro veces, hasta que su compadreo con regímenes iliberales nos desengañó. Luego creímos, lo afirmaban con fuerza, que la igualdad era su seña de identidad, pero sus pactos gubernamentales con el PNV y los independentistas catalanes que acababan de dar un golpe de Estado, concediéndoles privilegios que establecían diferencias sociales entre españoles de primera y españoles de segunda, nos desilusionó y enrabietó. Más que eso, han pactado con el partido de los herederos de ETA. Quedaba la gestión, recordamos a presidentes y ministros buenos gestores, pero eso se diluyó como la capa de grasa que protege al coronavirus cuando se lava con agua y jabón, en la anterior crisis, y esa confianza se ha derrumbado con estrépito en esta. La mala gestión ha multiplicado los infectados graves y los muertos. Cómo podríamos considerarlo un partido moderno, progresista, útil, cuando es justo lo contrario. Esta lucha nos devuelve a nuestros mejores años, al mejor espíritu juvenil del antifranquismo. Volvemos a luchar contra los malos y torpes. 

Cómo se propagó el virus.




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