"Cada mentira que contamos es una deuda con la verdad. Más tarde o más temprano hay que pagarla”. (Legásov, en Chernobyl)
Todavía
no ha desaparecido de la dirección del país la mentalidad de
propaganda. Este equipo formado en enero se construyó
no para gobernar sino para mantener viva la disputa ideológica. Con
unos pocos temas de combate, con enemigos difusos pero fáciles
de
intuir para
quien sigue mínimamente las noticias, los programas de debate, las
redes dirigidas:
El franquismo, el machismo, el cambio climático, la desigualdad. El
objetivo no era destruir a los partidos de la oposición, muy
mermados y hasta descabezados,
sino amarrar a la población, mantener encendida la emoción y
el enganche a la ‘causa progresista’ definida por los temas. En realidad formaron dos equipos, uno más
propagandístico que el
otro.
Cuando ha llegado la crisis, los técnicos del gobierno distribuidos
por áreas eran pocos y su competencia se está demostrando que
no era mucha.
En
la tradición de la izquierda está el desprecio por la gestión.
Atribuyen esta a la empresa, al negocio, a la búsqueda del
beneficio, a la derecha. Lo suyo es
el cambio social, el modelo de Estado, la ingeniería. Esta tremenda
crisis les ha pillado en pelotas. No la han visto venir, se burlaron
de China, no se fijaron en cómo la abordaban los gobiernos asiáticos
que no eran regímenes totalitarios. Y tuvieron tiempo. No hicieron previsiones, planes.
Si en los primeros días decían que aquí habría pocos casos, cómo
iban a tener planes de contingencia preparados, a comprar material, a
disponer de un sistema hospitalario adicional. Lo peor es que no son
capaces de cambiar sobre la marcha. Ya no digo que se forme un
gobierno de coalición, que sería lo ideal, para
bregar todos a una, sino
que desaparezca la propaganda y se ponga en primera fila un gobierno
de gestores: en sanidad, en defensa, en interior, en economía.
Quienes reniegan
del
gobierno
de coalición
desprecian a quienes no piensan como ellos. Prefieren tener de
compañeros a los de eta y
a
los independentistas antes
que
a nosotros, sus vecinos. Es desalentador ver las comparecencias
televisivas del Presidente y de su vicepresidente segundo, como lo es
que se le diera a este entrada en el CNI o que tenga tanta relevancia
Redondo, el factótum de quien
depende el armazón propagandístico, el diseñador de ‘la
crispación’. Una de dos, o no han tomado conciencia de la magnitud
o el golpe ha sido tan grande que aún no se han repuesto. Les han
sobrado días, todo se hace con retraso, paralizados ante el avance
de la pandemia, atemorizados ante la respuesta emocional de la
población (lo
que hasta ahora era el arma de su propaganda),
no han sabido coordinarse con las autonomías, no se ve un plan
director. Dos, uno para detener la enfermedad, otro para diseñar el
día después, para reactivar la economía, para dar una solución a
los millones de parados que
vendrán. Y lo peor que puede ocurrir, que el
cabreo ante tanta incompetencia signifique el auge de VOX. Oigo a la
ministra Calviño en
una comparecencia en la tele y
me pregunto, por qué no es la presidenta. Da confianza, sabe de lo
que habla, explica las
medidas que
hay que tomar comparando
con otros países.
Parece una buena gestora, lo que ahora necesitamos, lejos
de los
propagandistas.
En
el posfranquismo creímos que era el partido de la libertad y así
ocurrió en los primeros gobiernos de
la transición, le dimos la mayoría absoluta cuatro veces, hasta que
su compadreo con regímenes iliberales nos desengañó. Luego
creímos, lo afirmaban con fuerza, que la igualdad era su seña de
identidad, pero sus pactos gubernamentales con el PNV y los
independentistas catalanes que
acababan de dar un golpe de Estado,
concediéndoles privilegios que establecían diferencias sociales
entre españoles de primera y españoles de segunda, nos desilusionó
y enrabietó. Más que eso, han pactado con el partido de los
herederos de ETA. Quedaba la gestión, recordamos a
presidentes
y ministros buenos gestores, pero eso se diluyó como la capa de
grasa que protege al coronavirus cuando se lava con agua y jabón, en
la anterior crisis, y esa
confianza se
ha derrumbado con estrépito en esta. La mala gestión ha
multiplicado los infectados graves y los muertos. Cómo podríamos
considerarlo un partido moderno, progresista, útil, cuando es justo
lo contrario. Esta lucha nos devuelve a
nuestros
mejores años, al
mejor espíritu juvenil del
antifranquismo.
Volvemos
a luchar contra los malos y torpes.
Cómo se propagó el virus.
Cómo se propagó el virus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario