Cada
domingo AE envía un mensaje dentro de una botella, desde el
periódico, dirigido al público adulto. Si pudiese evaluar el
resultado, me interesaría el público lector, esa pequeña minoría,
y sin embargo tan influyente, o eso creo yo, que sigue leyendo letra
impresa. Es difícil saber, no habiendo estudio de por medio, la
reacción de sus lectores, sólo puedo
intuirla
por los comentarios que uno atrapa al vuelo, y no suelen ser muy
satisfactorios, pocos silentes o aprobatorios, la mayoría agresivos,
de una agresividad que es como el mejor retrato hiperrealista de
quien la expresa. AE saja la realidad en carne viva, echa sal en las
llagas de la actualidad y ofende, no por voluntad, sino por la
terapia realista que aplica a los asuntos. Así lo califica un
ensayista premiado recientemente, ‘realista’, no como alabanza
sino por menosprecio.
La
mayoría navegamos en los tópicos y nos hacemos una idea de las
cosas por aproximación, somos conformistas por pereza o,
simplemente, para no tener problemas con nuestro entorno, nos hacemos
cómplices de la decadencia de las instituciones, por
descuido del
buen trato a los demás que
ha de presuponerles inteligencia y honestidad y, por tanto, exigirles en
consecuencia,
o por
falta de
entereza moral. AE nos desnuda con la intención de rehabilitarnos,
pero como muchos no llegan y otros están aturdidos por sus
enraizados prejuicios, se le insulta, se le encasilla en la
extravagancia o se le desprecia. Es fácil, entonces, verificar que el
interlocutor no ha
pasado el test de comprensión lectora.
De caza, excavaciones y pinzamientos.
De caza, excavaciones y pinzamientos.
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