Pocos
espectáculos tan impresionantes como entrar a la meseta del Pamir
desde Kirguistán por la M41 o carretera del Pamir. Rodeada por todas
partes por picos nevados y por alguno de los glaciares más largos
del mundo, como el Fédchenko, con más de 70 km de longitud, uno
enmudece ante la belleza inerte de la naturaleza. Sólo la meseta del
Tibet es más alta. El Pamir conecta el Tian Shan (o cordillera
celeste), el Kunlun Shan, el Himalaya, el Karakórum y el Hindu Kush.
Es un altiplano con una altura media de 3.800 m, rodeado de
sietemiles, que aún conservan nombres del último imperio que
gobernó estad tierras: el Comunismo (7.498), el Imeni Ismail Samani
(7.495 m), el Kungur (7.719 m), el Muztagh (7.546 m) y el pico Lenin
(7.165 ó 7.134 m) y por encima de los 6.500: el pico Dzerzhinsky, el
Engels, el Fikker, el Garmo, el Karl Marx, el Leningrado, el Moscú,
el Octubre y el Revolución, toda una constelación de nombres
soviéticos. Suele llover a finales de primavera. Ahora los pastos
están secos y el invierno nivoso y frío está al caer por lo que es
fácil cruzarse con abundantes rebaños de jacks, cabras y la dura
oveja tajika conducidos por perros y hombres a caballo, el animal
sagrado de los nómadas, también a pie, que buscan resguardo durante
los malos meses.
Aquí
solo se puede subir a caballo en cuatro por cuatro o en bici de
montaña. Hay una locura de jóvenes ciclistas haciendo la ruta desde
Dusanbé a Osh o a Biskek o al revés. No hay otra ruta viable para
ese trayecto, durante siglos era el enlace con la ruta de la seda.
Cargan con pesadas alforjas con alimentos y agua para seis días cada
vez, dispuestos a pasar semanas en unas durísimas condiciones, con
un promedio de 50 km al día. Entre otras dificultades han de
atravesar el paso del Ak-Baital (4655 m). Solo entre Osh y Dusanbé,
que es el trayecto más concurrido, hay 1252 km. Duermen donde les
pilla, a la intemperie, en tiendas o si tienen suerte en los Homestay
que encuentran por el camino. Muchos, si suben por el lado tayiko, se
quejan de las gastroenteritis. Se quedan un día o dos para curarse y
prosiguen la jornada. Se ven alemanes agrupados, franceses en pareja
e italianos solos, también algún catalán. El grado más alto de
locura es hacerla a pie. También se ven mochileros. A la carretera
soviética apenas le queda algo de asfalto, es bacheada, pedregosa y
polvorienta. Muy erosionada por la dureza climática. En el lado
kirguís, con menor altura, aún es posible ver nómadas que cuidan
sus rebaños y viven en yurtas. En el tayico hay que descender por el
río Pamir para encontrar los primeros rebaños y pueblecillos
dedicados a la agricultura de subsistencia. En frente, al otro lado
del río, en el corredor de Wakham, las casas que se avistan en
Afganistán, son aún más pobres, con camellos y sin apenas
vehículos a motor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario