Mar
Coll, directora y guionista de esta miniserie (4 capítulos, cada
uno un salto temporal
entre 1996 y 2012, en Barcelona)
resuelve la posible tragedia en comedia. ¿Es la vida una comedia? No
sé cuál es la realidad de Mar Coll, aunque por lo que he visto de
ella, dos buenas películas (Tres
días con su familia y Todos
queremos lo mejor para ella)
y esta serie, las tres con la
familia como tema de fondo, parece
que se inspira en lo real, siendo esto no el mundo que existe sin que
nosotros podamos abarcarlo sino el mundo que vemos y con el que
interactuamos. Dirige la mirada hacia el padre, una mirada de hija y
de mujer, por tanto un mundo restringido a esa mirada. Si fuese el
padre quien contase la historia su mundo sería diferente. Hoy mismo,
mientras me tomaba un café bajo un cielo encapotado de humedad,
negro cielo chorreante de sudor, en otra mesa otro hombre hablaba con
uno más mayor que él (¿su padre?). Le decía: Lo más
importante de cada uno nadie lo sabe. Las cosas más importantes de
la vida tuya se van al cementerio, ¿sí o no?
El hombre mayor apenas respondía con gestos, quizá porque el habla
ya no transmitía con fidelidad el pensamiento.
En
la vida del padre de Mar Coll, de su serie, hay tres momentos, dos
breves y en medio la larga meseta de la vida. El primero cuando como
hijo asiste y pone fin a la vida de su padre. El último cuando se
convierte en abuelo. En medio
la larga temporada de la angustia. ¿Es así la vida de todo hombre?
Angustia por el fluir de su insignificante vida, angustia por el
destino incontrolable de la vida de sus dos hijos, el
débil tomás y la más fuerte y contestona Valeria.
Para algunos la conciencia de insignificancia se convierte en drama y
unas pocas veces en tragedia. Para la mayoría, entre ellos Mar Coll
y su personaje, es una comedia con muy pocas risas. Ese padre llena
su vida de rutinas y de un proyecto sin fin, también de normas,
presiones, consejos cada vez menos influyentes, si alguna vez lo son,
para encauzar la vida de sus hijos. La naturaleza de
que estamos hechos tuerce el
destino que querríamos encauzar y la historia del
mundo que se nos escapa hace
inútil cualquier esfuerzo de previsión.
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