lunes, 29 de julio de 2019

Tema libre, de Alejandro Zambra



Todo el mundo tiene una voz, un acento, un vocabulario, giros, construcciones, lo que pasa es que tendemos a adaptarnos, a hacernos del círculo o círculos en los que nos movemos, incluso voluntariamente ocultándola, como avergonzándonos de ella o creyendo que es un obstáculo para nuestro medro. Aunque también existe quién la exacerba, la magnifica o la convierte en esperpento de extremada singularidad. Cualquiera, obviamente, puede hacer de su capa un sayo, pasar por la vida como le tercie.

Un escritor es un profesional y hace de su voz el carnet de su identidad. Unos lo logran mejor que otros, aunque la mayoría son indistinguibles. De Alejandro Zambra, escritor chileno, no conozco más que este libro, Tema libre, que acabo de leer. Habla de este asunto, es su tema, con voz propia, y a fe que detrás de su escritura se nota una manera de decir propia. En el breve libro se presenta bajo tres aspectos, como conferenciante, como escritor y como traductor, tres maneras de decantar la propia voz. En cada una dice algo de interés, aunque sea recogiendo palabras de otros escritores o reflexionando sobre el hecho de escribir o presentando el desopilante relato El amor después del amor. A mí lo que más me ha interesado es lo que anota sobre la voz propia, la voz, por ejemplo, que se pierde en la traducción o que el traductor gana al pasarla a su propio idioma. Quizá dejamos de ser nosotros mismos al perder el acento propio, del país, regional, local, idiosincrático. Zambra se pregunta por qué escribe lo que está escribiendo. “La respuesta es bochornosamente sencilla: porque tengo miedo. Tengo miedo de perder mi acento. Mi chileno lento. Mi e y mi j chilenas, que son tan suaves”. Zambra escribe sin énfasis en lo que ha ido descubriendo, quizá por ello es más penetrante y hace que me pare a pensar en su tesis. ¿Perdemos el propio yo al renunciar a nuestra propia voz?



No hay comentarios: