lunes, 11 de marzo de 2019

Fake, periodismo fake



La sociedad en principio no es extremista, se hace extremista. Influyen la realidad del momento, los líderes de opinión que la mueven y los partidos que se extreman o arrinconan a sus adversarios convirtiéndolos en enemigos, volviéndose ellos mismos enemigos. No me gusta nada lo que ocurre en nuestro país y no por lo que la opinión mayoritaria opina, pues ya ha trascendido de las páginas y las pantallas a la calle, gente que era sensata se ha radicalizado, sino porque los intelectuales (opinadores, periodistas, tertulianos, académicos) no piensan o hablan con razón sino con emociones bastardas, dividiendo, fracturando, perfilando autopistas de odio.

Cómo se crean opiniones extremistas, cómo se crea un partido extremo. Demonizando. Cuando se ponen todos los medios para eso lo que ocurre es que los propios demonizadores se radicalizan, se convierten en un obstáculo de la moderación, envilecen el debate, la vida ciudadana. Que eso haya ocurrido en un partido que era sensato era esperable porque sus militantes han preferido esa opción. Allá ellos y las consecuencias de su inquina que a largo plazo no les traerá nada bueno, a ellos y al país. Ahora ganarán las elecciones por el mismo procedimiento por el que acopiaron los votos de la moción de censura, otra cosa será en la siguiente tirada.

Lo que me ha sorprendido y dolido es que el principal periódico de este país se haya radicalizado, se haya convertido en un periódico extremo. Eso es lo que es ahora. Este editorial de ayer es definitivo para su arrinconamiento en la reacción. Un periódico no es progresista o de izquierdas porque lo proclame sino por los efectos de su propaganda. Ha dejado de ser un medio de información para convertirse en un medio de agitprop en favor de la reacción. Cómo es eso. Ha sido el primero que con su continuada campaña contra las tres derechas, contra el tridente trifálico, agrupándolas, indiferenciándolas, dirigiendo el odio prejuiciado, ideológico, emocional contra ese vasto campo de la expresión política, que representa quizá a la mitad de la ciudadanía, el que ha llevado a la gente a creer que sólo en el Narciso estaba la salvación, aun cuando el Narciso haya incumplido sus promesas de convocar las elecciones de forma inmediata tras la moción de censura, que se haya mantenido en el poder durante estos meses con los apoyo de quienes dieron un golpe de Estado y que se presente a la ciudadanía como ciudadano honorable, con una tesis fake, no es suya y de escaso valor, con su libro fake hecho por otra persona y editado en la Moncloa, con promesas incumplibles, sustituyendo al parlamento por el decreto ley y al frío ejercicio del poder por la propaganda más descarada, el doble rosa del presidente fake Trump.

Con ser desalentador que el supuesto periódico ilustrado apoye a un político de tan escasa talla y mentiroso, eso no es lo peor, sino que destruya al único partido con capacidad de regeneración al asimilarlo, en una campaña continuada, a la extrema derecha. Con ello ha conseguido que por reacción buena parte de los votantes se vayan a la verdadera extrema derecha y otra a la falta de sustancia política como mal menor. Eso es lo que deberemos al periódico y a sus intelectuales orgánicos, todos ellos reaccionarios, pues reacción es separarse de la política moderada e impedir la regeneración. No será consuelo que su victoria sea pírrica y que acaben hundiéndose próximamente porque habremos perdido un tiempo precioso y quedaremos al margen de las políticas necesarias para modernizar el país, para ponerlo a la vanguardia del cambio.


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