La
sociedad en principio no es extremista, se hace extremista. Influyen
la realidad del momento, los líderes de opinión que la mueven y los
partidos que se extreman o arrinconan a sus adversarios
convirtiéndolos en enemigos, volviéndose ellos mismos enemigos. No
me gusta nada lo que ocurre en nuestro país y no por lo que la
opinión mayoritaria opina, pues ya ha trascendido de las páginas y
las pantallas a la calle, gente que era sensata se ha radicalizado,
sino porque los intelectuales (opinadores, periodistas, tertulianos,
académicos) no piensan o hablan con razón sino con emociones
bastardas, dividiendo, fracturando, perfilando autopistas de odio.
Cómo
se crean opiniones extremistas, cómo se crea un partido extremo.
Demonizando. Cuando se ponen todos los medios para eso lo que ocurre
es que los propios demonizadores se radicalizan, se convierten en un
obstáculo de la moderación, envilecen el debate, la vida ciudadana.
Que eso haya ocurrido en un partido que era sensato era esperable
porque sus militantes han preferido esa opción. Allá ellos y las
consecuencias de su inquina que a largo plazo no les traerá nada
bueno, a ellos y al país. Ahora ganarán las elecciones por el mismo
procedimiento por el que acopiaron los votos de la moción de
censura, otra cosa será en la siguiente tirada.
Lo
que me ha sorprendido y dolido es que el principal periódico de este
país se haya radicalizado, se haya convertido en un periódico
extremo. Eso es lo que es ahora. Este
editorial de ayer es definitivo para su arrinconamiento en la
reacción. Un periódico no es progresista o de izquierdas porque lo
proclame sino por los efectos de su propaganda. Ha dejado de ser un
medio de información para convertirse en un medio de agitprop en
favor de la reacción. Cómo es eso. Ha sido el primero que con su
continuada campaña contra las tres derechas, contra el tridente
trifálico, agrupándolas, indiferenciándolas, dirigiendo el odio
prejuiciado, ideológico, emocional contra ese vasto campo de la
expresión política, que representa quizá a la mitad de la
ciudadanía, el que ha llevado a la gente a creer que sólo en el
Narciso estaba la salvación, aun cuando el Narciso haya incumplido
sus promesas de convocar las elecciones de forma inmediata tras la
moción de censura, que se haya mantenido en el poder durante estos
meses con los apoyo de quienes dieron un golpe de Estado y que se
presente a la ciudadanía como ciudadano honorable, con una tesis
fake, no es suya y de escaso valor, con su libro fake
hecho por otra persona y editado en la Moncloa, con promesas
incumplibles, sustituyendo al parlamento por el decreto ley y al frío
ejercicio del poder por la propaganda más descarada, el doble rosa
del presidente fake Trump.
Con
ser desalentador que el supuesto periódico ilustrado apoye a un
político de tan escasa talla y mentiroso, eso no es lo peor, sino
que destruya al único partido con capacidad de regeneración al
asimilarlo, en una campaña continuada, a la extrema derecha. Con
ello ha conseguido que por reacción buena parte de los votantes se
vayan a la verdadera extrema derecha y otra a la falta de sustancia
política como mal menor. Eso es lo que deberemos al periódico y a
sus
intelectuales orgánicos, todos ellos reaccionarios, pues
reacción es separarse de la política moderada e impedir la
regeneración. No será consuelo que su victoria sea pírrica y que
acaben hundiéndose próximamente porque habremos perdido un tiempo
precioso y quedaremos al margen de las políticas necesarias para
modernizar el país, para ponerlo a la vanguardia del cambio.
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