lunes, 4 de marzo de 2019

Explicar el mundo, de Steven Weinberg


El progreso se basa en una mezcla de observación o experimentación, que puede sugerir principios generales, y deducciones de estos principios que se pueden poner a prueba con nuevas observaciones o experimentos. La búsqueda de conocimiento de valor práctico puede servir como correctivo para la especulación descontrolada, pero comprender el mundo posee un valor en sí mismo, conduzca o no a algo útil”.
         Cuántas veces hemos oído decir, “Ese periódico yo no lo leo” o “Ese libro no lo leeré”, por los prejuicios que atribuimos al periódico o al escritor y como forma de mostrar la pureza de nuestros principios o convicciones, aún a sabiendas de que esa lectura podría contener alguna verdad que nos negamos a admitir. Yo mismo, lector de siempre del periódico A, me he negado sistemáticamente a comprar el periódico B, aún a sabiendas de que hoy el periódico B es más fiable que el periódico A en su trato con la realidad. De hecho, ahora leo los dos. Cuando en 1610 Galileo descubrió los satélites de Júpiter con el telescopio que él mismo había creado, sus enemigos intelectuales, Cesare Cremonini, en la Padua aristótelica, y Giulio Libri, en la Pisa cristiana, se negaron a mirar a través del telescopio para que sus principios quedaran inmunes a las nuevas evidencias. Kepler sí lo hizo y sus observaciones le ayudaron a establecer las leyes del movimiento de los planetas.

          La afirmación de la ciencia y de su método ha sido una lucha a través de siglos contra falsas verdades establecidas, las mentiras y los errores difíciles de admitir. Se podría decir que la verdad al final triunfa, pero también que lo hace con un retraso que hace que la humanidad lo pague caro en la conquista del conocimiento pero también en la lucha para derrotar a la enfermedad y la muerte. Este magnífico libro de Steven Weinberg es un recorrido por los momentos clave de esa lucha por descubrir el mejor método para conocer la realidad. El conocimiento científico no sólo tuvo que imponerse a la verdad religiosa, cuyos dogmas durante mucho tiempo eran inatacables, sino contra la propia filosofía que hacía afirmaciones que no probaba como, por ejemplo, que el agua o el fuego, el aire o la tierra eran la base que explicaba todo cuanto existe o incluso contra concepciones bien asentadas pero erróneas que sostenían que el conocimiento solo era posible a partir del razonamiento o la deducción matemática. Tuvieron que pasar siglos para que la observación fuese admitida y para que la experimentación se considerase parte esencial para validar las teorías sobre la realidad.

            Weinberg no muestra un gran aprecio por la filosofía y sus especulaciones sobre la naturaleza, aunque le reconoce el paso de la mirada poética a la argumentativa. Ni siquiera concede que lo importante sea solucionar los problemas más habituales del tiempo en que se piensa sino comprender el mundo. La ciencia avanza no dando respuestas sino descubriendo que preguntas se deben formular.

            Sólo en la física helenística, el periodo que va de la muerte de Alejandro Magno (322 ac) a la batalla de Actium (31 ac), y en su pensamiento fragmentario y utilitario frente a la concepción global de las escuelas atenienses, halla Weinberg los primeros científicos que responden a tal nombre: Estratón que creó el Museo de Alejandría, Ctesibio que concibió la bomba de succión y fuerza, Filón, las fortificaciones, Euclides y los Elementos, Herón, que estudió los reflejos de los objetos en los espejos, y con ello los primeros pasos de la óptica, y también el teodolito, los sifones, las catapultas y hasta la máquina de vapor, Arquímedes, del que dice que quizá fuese el científico tecnólogo más importante de la historia, con sus poleas, tornillos y palancas, Apolonio y sus secciones cónicas (elipse, parábola, hipérbole), Hipócrates, con su teoría humoral (sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla, a los que se aseociaban los cuatro caracteres: sanguíneo, flemático, melancólico y colérico) con tanto predicamento en la posterioridad. Lo mejor para un enfermo, hasta comienzos del siglo XX, era que un médico no se le acercara, concluye su breve repaso a la medicina. A los que más admira es a los científicos que se acercaron a las estrellas: Anaxágoras de Clazomenas y los eclipses, y aquellos que contemplaron la idea de que la Tierra era redonda, Aristóteles y probablemente en la secta pitagórica; Aristarco de Samos que se aproximó en el cálculo del tamaño del Sol y la Luna y su distancia a la Tierra y a la idea de que la Tierra giraba alrededor del Sol; Hiparco y la precesión de los equinoccios y Eratóstenes y el tamaño de la Tierra. En el cisma intelectual que se produjo entre matemáticos astrónomos, cuya figura descollante fue Ptolomeo y sus epiciclos, y filósofos físicos que seguían a Aristóteles y la teoría de las esferas centradas en la Tierra, Weinberg aprecia a los primeros.

            También busca piedras brillantes en el apogeo de Islam. Al-Juarismi: el álgebra expresada en palabras, no en símbolos, el algoritmo como regla para solventar problemas y el sistema de números con base 10 aprendida en la India. El observatorio de Isfaján dirigido por el poeta Omar Jayam. Las tablas astronómicas de Toledo (de Al-Zarqali y Alfonso X). La circulación pulonar de Ibn-Al-Nafis. O el gran comentarista cordobés de Aristóteles, Ibn Rush o Averroes y sus estudios de óptica

            En la Europa medieval destaca el resurgir de las escuelas catedralicias, germen de la universidad, y sus grandes traductores como Gerbert d’Aurillac en Santa María de Ripoll y Gerardo de Cremona en Toledo. La gran pugna en torno a Aristóteles entre franciscanos que lo prohibían y dominicos que lo divulgaban, hasta llegar a Tomás de Aquino que opta por la teoría homocéntrica de Aristóteles, fundada en razón, frente a la teoría ptolemaica que simplemente coincidía con la observación. Fueron los averroístas del siglo XIII, como Sigerio de Brabante y Boecio de Dacia, quienes llegaron más lejos al sostener a la vez que era cierto, según la filosofía, la imposibilidad de la resurrección de los muertos, y falso desde el punto de vista religioso. Aristóteles era prohibido en algunos sitios y divulgado en otros. Nicolás Oresmo, en 1340, llegó a afirmar que era la Tierra quien giraba en lugar de los astros, pero poco después lo negaba.

            Es a partir de Galileo cuando la experimentación entra en juego con sus estudios sobre el movimiento, dando el salto desde las deducciones puramente matemáticas. Huygens pudo crear el reloj de péndulo y establecer la teoría ondulatoria de la luz. Torricelli demostrar la presión del aire en una columna de mercurio o Hooke y Boyle comprender la propagación del sonido, del fuego y de la vida a través del aire. Domingo de Soto ya había afirmado que el aumento de la velocidad de un cuerpo que cae es proporcional al tiempo, pero es Galilelo quien lo corrobora con sus experimentos.

            Weinberg es a veces corrosivo con figuras que se tienen por gigantes, como Descartes, del que se pregunta si la deducción a través del razonamiento matemático ha tenido tanta peso posterior como se dice. Weinberg hace una historia de la ciencia desde el presente, preguntando si tal idea o demostración ha tenido un impacto real posterior. Descartes tuvo grandes aciertos como matemático, la geometría analítica, pero se equivocó en mucho (el vacío es imposible, la luz se transmite de forma instantánea, el espacio está lleno de vórtices, la glándula pineal, los animales son máquinas sin conciencia o las pruebas de la existencia de Dios), teniendo un efecto muy negativo sobre la recepción de la física newtoniana en Francia, al deducir los principios científicos mediante la razón pura. Huygens comprendió que sólo eran hipótesis que había que poner a prueba, porque no son las reglas para la investigación sino la práctica de la ciencia lo que hace que esta avance.

           Fue Newton el que cruzó la frontera entre la filosofía natural del pasado y lo que acabaría siendo la ciencia moderna. Proporcionó una teoría del color, la luz blanca es la suma de todos los colores, comprendió que la luz estaba compuesta de partículas diminutas y que se propaga a velocidad finita, al contrario que Descartes que creía que era instantánea. Descubrió el cálculo diferencial e integral, al mismo tiempo que Leibniz, pero fue Newton quien lo aplicó al estudio del cambio y sobre todo explicó el movimiento y la gravitación y propuso el telescopio reflectante que es el que hoy se utiliza. Newton dio el paso decisivo en la unificación de lo celeste y lo terrestre. La ley de la gravitación es una ley universal, cada partícula del universo atrae a todas las demás con una fuerza proporcional al producto de su masa que disminuye en proporción inversa al cuadrado de la distancia entre ellas. Con él la física se independiza del todo de la religión. Ofreció un modelo irresistible de lo que debería ser una teoría física, un paradigma que ha seguido la ciencia posterior. Una física que
se basa en principios generales que se pueden expresar como ecuaciones matemáticas, de los que se pueden deducir matemáticamente consecuencias para una amplia variedad de fenómenos, que cuando se comparan con las observaciones permiten que se verifique la teoría. La diferencia entre las teorías de Einstein y las de Newton es mucho menor que las diferencias entre las teorías de Newton y las de cualquiera de sus predecesores”.
         Newton intuyó que además de la gravedad había otras fuerzas en la naturaleza aunque fueron científicos posteriores quienes las hallaron. Faraday y Maxwell, la fuerza electromagnética, y científicos del siglo XX los que descubrieron las fuerzas débil y fuerte, la mecánica cuántica y el Modelo Estándar de partículas.

         Weinberg para mostrar la distancia de la ciencia moderna al saber naturalista de la antigüedad la enfrenta a Platón y Aristóteles:
El Modelo Estándar les habría parecido insatisfactorio a muchos filósofos naturales, desde Tales a Newton. Es impersonal; no hay el menor atisbo de preocupación humana, ni por el amor ni por la justicia. No ayudará a nadie que lo estudie a ser mejor persona, como esperaba que ocurriera Platón con el estudio de la astronomía. Además, contrariamente a lo que Aristóteles esperaba de una teoría física, el Modelo Estándar no tiene ningún propósito”.
Hemos recorrido un largo camino, y todavía no hemos llegado al fin. Se trata de una historia extraordinaria", la unificación de la física celeste y la terrestre, una teoría unificada de la electricidad y el magnetismo, la del electromagnetismo con las fuerzas nucleares fuertes y débiles, incluso la química y la biología bajo una misma concepción de la naturaleza con la física, pero quedan por delante retos formidables: una teoría física más fundamental que explique la materia y la energía oscuras y la unificación de todas las fuerzas en una única teoría del todo.

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