El
sol bullía en la superficie
del río, en el periódico que me manchaba los dedos, la
desesperanza. Entre pieza y pieza de lectura dejaba que mis ojos
volaran por el dosel de ramas
siguiendo la traza de
los escasos pájaros de febrero. La temperatura era impropia del mes
pero un vientecillo frío me tiene
acatarrado.
-
Le hago un
vaticinio -dijo la
voz.
Tardé
en darme cuenta de quién me
hablaba. Debió llegar
mientras yo sobrevolaba las ramas de los plátanos desnudos. Giré la
cabeza y vi el espectro de un cónsul romano. Una corona
de pelo blanco sucio bajo un redondel liso y luciente.
-
Quizá no le guste ‘vaticinio’ - dijo -, déjelo en pronóstico
si usted es de los melifluos.
En
la portada del periódico que tenía sobre las rodillas había una
mano extendida, cinco dedos empujando un escudo transparente haciendo
frente a un par de soldados en posición de combate. Venezuela.
-
Se preguntará usted, ‘¿Quién
es este tipo?’ Le digo mis credenciales: batallé en el Ebro, de
eso hace ya mucho, la quinta del biberón, le
sonará. No le digo en qué
bando, no vaya a pensar que desde
entonces mi
cabeza no se he movido. Lo
digo para que ate cabos sobre mi edad. Mi cuerpo está achacoso pero
aún funciona -dijo
señalándose el cráneo pelado.
Yo
me preguntaba si estaba soñando. El hombre hablaba como si no
esperase réplica de mi parte. Doblé mi periódico en dos partes,
gesto que debió entender como que yo quería decir algo, pero apenas
me dio tiempo a tomar aire.
-
Si quiere otro día le cuento lo que allí vi. En el Ebro. Hay
cosas más urgentes. Solo
querría convencerle
a usted de que esta es una
hora crítica, y más viendo qué tipo de periódico lee. El
Diario Femenino – dijo
con sorna.
Con
automatismo traté de disimular
el periódico bajo el dominical, pero no logré ocultar la
cabecera visible en la
portada.
-
Le digo una cosa. Vox quedará tercero en las elecciones y
Ciudadanos, cuarto, si no es sobrepasado por Podemos. Ese
es mi pronóstico. Hay
que estar ciego para no verlo.
Mientras
hablaba el hombre me miraba de soslayo como recabando atención y
luego desviaba su mirada hacia el río. Intenté iniciar una
adversativa.
-
Si ya sé qué me va a decir: sondeos, opiniones, andaluzas. No se
moleste. Detrás de mis muchos años hay observación y
experiencia. Infalibles. Como
todo el mundo sabe han ocurrido dos hechos que están a punto de
quebrar la columna del país. Lo de Cataluña ha sido un asalto en
toda regla al Estado de Derecho. La primera respuesta de la sociedad
fue civil, sosegada, racional. Pero no ha sido suficiente. Han
seguido.
Yo
arqueaba las cejas.
-
El segundo acontecimiento es guerrero. No quiero decir que vayamos a
la guerra. Es, será una respuesta viril, ponga, si le gusta más,
una respuesta al sentimiento de humillación, al honor mancillado, de
orgullo, qué se yo. Supongo que escucha a la gente de la calle, a
los miembros díscolos o exaltados de su familia, ve lo que se dice
en los grupos - señaló mi teléfono.
En
el banco, como en todos los del paseo, caben cuatro personas, dos y
dos. Yo miraba entre los viandantes a ver si alguno venía en mi
auxilio a interponerse entre el hombre y yo. Pero cada cual iba a lo
suyo. Un padre guiaba a una niña montada en una bici de juguete. Un
hombre y una chica se cruzaron, ambos con cascos en el interior de
las orejas, el hombre con el móvil en la mano, la chica en los
bolsillos de un jersey de lana de cuello ancho. Ambos cotorreban en
voz alta.
-
Se alimentan mutuamente, sabe usted, Torra y Vox. Todos vamos a salir
perdiendo. Como si no hubiera otras cosas de las que ocuparse. No es
que lo vayan a conseguir, gobernar, uno y otro, pero van a hacer que
los asuntos importantes queden en segundo plano. Mire lo que ha
ocurrido esta semana con el Pacto de Toledo. Lo de Cataluña será
muerte lenta, con cada vez menos estrépito. Vox no gobernará, pero
hará que ese cantamañanas de la Moncloa, siga ahí cuatro años
más. Tampoco es despreciable la virulencia feminista en el ascenso
de ese partido, la respuesta del varón humillado. La sensatez y la
inteligencia desaparecerán por un tiempo.
Como
no me dejaba hablar yo miraba la portada del diario conservador que
sujetaba con las manos. Cualquiera con unos pocos años de vida
adulta sabía que el periódico jugaba con el recuerdo del chino
interponiéndose ante un tanque en Tiananmen, cambiando el chino
descamisado por la mano abierta de un niño. El sentimentalismo de
los tiempos en primera.
-
La rebelión fue lo de menos, lo más grave, tras el desconcierto que
siguió, ha sido el aprovechamiento que los grandes partidos han
hecho del asunto. La moción de censura, ¿cómo le llaman gobierno Frankenstein?, ha dado la talla del hombre
que nos gobierna. También la indecisión del presidente anterior. En
cuanto a ese partido, la esperanza blanca, me recuerda al CDS, ¿se
acuerda?, con la diferencia de que Suárez venía de ser presidente
del gobierno. Cómo se pueden cometer tantos errores en tan poco
tiempo. Un hundimiento estrepitoso.
Otra
vez abrí los labios para objetar, pero no me dejó.
-
¿Los españoles? No me haga reír, cuarenta años de bipartidismo.
¿Acaso no son suficientes?
Cuando
levanté los ojos del dominical, de los rostros partidos de Almodóvar
y Banderas, otra España muerta, el hombre ya no estaba. Por el paseo
soleado pero ventoso seguían de aquí para allá padres con niños y
abuelas renqueantes apoyadas en el brazo de hijas o nietas.
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