miércoles, 30 de enero de 2019

L’art de portar gavardina, de Sergi Pàmies



Fer feliç algú. Només fer feliç algú. D’això va la vida reduïda a una mínima màxima expressió”.

          Hubo un tiempo que parecía que iba a durar. En realidad, cada cual, si mira hacia atrás, ve un tiempo que creyó que sería duradero. Entonces, Barcelona era joven y todo estaba por hacer. Salíamos a la calle, gritábamos consignas, discutíamos en los bares y en la universidad. Los hijos estaban por llegar. Sergi Pàmies utiliza la gabardina a modo de magdalena para volver a ese tiempo perdido. El PSUC era la corriente principal, nada se movía sin que alguien relacionado con el partido diese su aprobación o lo dirigiese. La reforma educativa, por ejemplo. La vida privada y la pública se funden durante un tiempo, aunque para la mayoría la segunda pronto desaparece. Para Pàmies no podía ser así. Le habrán recordado a menudo su parentesco filial con Gregorio López Raimundo y Teresa Pàmies, dirigentes comunistas del PSUC en la clandestinidad y en el posfranquismo. L’art de portar gavardina es el relato central del conjunto de relatos que forman el breve volumen. Recuerda cuando era adolescente y sus padres eran fervorosos militantes, recuerda la ensoñación adolescente, viendo lo bien que lucía la gabardina en el cuerpo de Jorge Semprún, que podría haber sido hijo secreto de este. El narrador, con ingenio y mucha ironía, recuerda el final de su adolescencia y del ensueño comunista. Ni el eurocomunismo pudo hacer que perviviese en el mundo real de la democracia. Semprún, expulsado del partido, tuvo una segunda vida como guionista de películas, escritor y ministro de cultura en uno de los gobiernos socialistas de Felipe González. Raimundo y Pàmies se consumieron en el anonimato. El narrador rescata a su padre de los años prorrogados de una ideología muerta y lo lleva a casa donde con muchas dificultades se hace a la vida de un hombre común. Si el volumen pone a la gabardina en la portada, el relato de estos asuntos lo titula No soc ningú per donar-te consells, que habla de la dificultad, superior a todas las demás, de ser un buen padre, un buen amante, un buen hombre.

          En el resto de los relatos, el narrador toma el lugar del padre. Pero así como el relato central es casi perfecto, tanto que, como sucede con los buenos cuentos, uno desearía que se prolongase indefinidamente, los restantes no lo son tanto o no se esfuerza el autor por que lo sean, pues se diría que lo que le falta a Sergi Pàmies es empeño para desarrollar sus historias. Y le sobra conciencia autopunitiva. En casi todas prevalece el ingenio y una ironía que resbala sobre la realidad sin profundizar, como si se conformase con el chiste gracioso en que las resume. El autor tiene una gran habilidad para subvertir la frase como si todo impulso positivo encontrase de inmediato una contradicción que lo ahoga, sin embargo es de esa actitud contradictoria, negativa, de donde extrae las sorpresas que le alegran la vida, aunque sea siempre una alegría retrospectiva y autocompasiva.


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