martes, 29 de enero de 2019

La Favorita



                La reina Anna Estuardo reina en Inglaterra y Escocia en el momento en que estos dos países se unen en el reino de la Gran Bretaña. Es la primera década del siglo XVIII. Anna es débil, enferma y con pocas ganas de gobernar. Ha tenido mala suerte en la vida, sus 17 hijos han muerto al nacer o poco después. La corte es un avispero de intrigas, wighs y tories, partidarios de proseguir la guerra con Francia o de llegar a la paz. El modo de llegar a la reina y de influir en ella es presionar a su favorita. Su confidente, consejera y amante furtiva es Sarah Churchill, duquesa de Marlborough. Pero pronto entra en escena una prima suya empobrecida que va a la corte a pedirle trabajo, Abigail Hill. La película está concebida como un tablero sobre el que los personajes intentan ejercer influencia y tomar posiciones ganadoras. El poder es lo que les mueve y la moneda que manejan es el sexo y, a trompicones, el afecto. El guión llevaba rondando por los estudios cinematográficos desde 1998 porque los productores no estaban convencidos de que una historia de mujeres, con hombres en papeles muy secundarios, fuese a darles dinero. Pero las cosas han cambiado desde entonces con la lucha feminista en alza y el metoo en primera línea. 

              Las tres protagonistas tienen papeles fuertes, complejos, densos, las actrices que las interpretan, Olivia Colman , Emma Stone y Rachel Weisz, los bordan. La inteligencia de los guionistas y del director, Yorgos Lanthimos, está en convertir la historia de fondo y las pulsiones lésbicas de las protagonistas en decorado para incidir en la complejidad de las relaciones humanas, las pasiones y los afectos. La pulsión lésbica ya no se presenta como lo fue hasta hace no mucho (Histoire d’Adèle, por ejemplo), el morbo que lubrica el deseo masculino, ahora es un ardid más en el tráfico del empoderamiento. Porque de eso va la historia, de cómo los hombres utilizan a las mujeres para conseguir sus propósitos, de cómo estas, en esta ocasión, son más listas que ellos, de cómo las propias mujeres utilizan sus armas, unas contra otras, para hacerse con el poder. Y de postre, cómo, después de todo, todas las pasiones se resuelven en nada, se apagan, tras ellas quedan sentimientos más duraderos como el afecto y tras este la pura nada, el desamparo que acompaña a cualquier ser humano cuando todo termina, que es como Lanthimos resuelve la película en el plano final.

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