domingo, 26 de agosto de 2018

Gomorra




             La potencia de la serie se diluye a medida que se van añadiendo temporadas. Tres. El retrato de las familias de la mafia napolitana es poderoso y creíble en la primera, donde se muestra la lucha violenta por el poder, los lazos familiares que se mantienen por el miedo, la autoridad se asocia al hombre más violento y despiadado. En las siguientes los guionistas se entregan a una jerigonza barroca para alargar la serie. Si la primera temporada es instructiva, las siguientes no pasan de entretenidas. También son virtudes de la serie la distancia con que el espectador mira el teatro del mal, al que no se le permite identificarse con los personajes, al contrario que en las pelis y series americanas, porque cuando uno de ellos empieza a caer simpático comete un acto execrable ante el que no cabe ninguna simpatía, salvo que el espectador tenga una estructura psíquica parecida. También es mérito mostrar el mal gusto de esta gente en el modo de vestir, en sus ensortijadas manos, en el interior de sus casas lleno de dorados y cachivaches, en las que nadie con un mínimo de sensibilidad querría vivir, y un laconismo en la expresión de los personajes, a los que es difícil ver sonreír y cuando muestran algún tipo de sentimiento el espectador se ve abocado al desprecio y la repugnancia.

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