Uno
de los protagonistas contantes y sonantes de El banquete de las
barricadas es Patrick Modiano. Pero no creo que el reciente
Premio Nóbel esté muy agradecido, al contrario que Bernard Pivot,
por salir sin fundamento en esa novela barata.
Modiano
se parece a Marías, siempre trasteando con la memoria. Marías
divide la suya entre Oxford y Madrid, la geografía de Modiano es
París, un París quizá imaginario pero lleno de referencias a
plazas y avenidas, a hoteles y paradas de metro, a teatros y barrios.
Aquí, su narrador, se mueve en los comienzos de los sesenta, cuando
las olas expansivas de la guerra no se han desvanecido del todo,
cuando su personaje y el propio Modiano tenían veinte años.
Protesta que su memoria no sea fiel, pero recuerda el nombre exacto
de las seis mujeres a quienes quiere referirse, aunque en un caso se
lo calla para añadir misterio o para no desvelarlo del todo. El
misterio es la clave que une los seis breves episodios, un misterio
que se inicia en una librería de ciencias ocultas donde adquiere La
eternidad a través de los astros y El eterno retorno de lo mismo para regalárselos a una
de esas mujeres. Dice recordar ahora, cincuenta años después,
para hacer añicos el pasado, para pasar página, porque “A medida
que pasan los años, sin duda terminamos librándonos de todos los
pesos de los que vamos tirando y de todos los remordimientos”, pero
el narrador lo desmiente porque la novela consiste en los encuentros
y reencuentros con esas mujeres a través de los años, también de
las huidas, porque el personaje se muestra como un maestro de la
escapada cuando siente un asomo de peligro. El narrador vagabundea
por las calles de la ciudad y se las encuentra, a veces en los mismos
lugares, aunque no son tanto ellas lo que persigue como el misterio
que las rodea. “Si me hubieran preguntado: ‘Y todo eso, ¿para
qué?’, creo que habría contestado sencillamente: ‘Para intentar
resolver los misterios de París’ ”. Modiano recupera para
olvidarlo inmediatamente un viejo mundo, el mundo anterior al que comenzaba en el 68, calles que han
cambiado de nombre, casas desaparecidas, incluso líneas telefónicas
dadas de baja por las que se comunicaba una misteriosa red de
personas, un mundo por el que se movía un doble suyo, o un sosias.
“Miles y miles de sosias nuestros toman los caminos que nosotros no
tomamos en las encrucijadas de nuestra vida, y nosotros, nosotros
creíamos que solo había uno”. Pero mientras Marías bucea en las
profundidades de la memoria para hallar claves ocultas de la
personalidad, Modiano resbala por la superficie, anotando las manchas
de sol y la sombra de las olas ligeras, atento a las salpicaduras. Su
escritura es tersa y limpia y se mueve con un ritmo pausado, sin
agitación. A destacar la buena traducción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario