Desde
La Calzada hasta Fuenterroble, vamos
dejando atrás las sierras del Sistema central,
con
algunas subidas y bajadas, pasando por Valdelacasa. Rodamos sin
grandes dificultades, a buen ritmo, por la Cañada Real de la Plata, disfrutando del bonito paisaje con restos de la calzada romana, miliarios y por donde pasaban antaño los rebaños trashumantes, hasta llegar a las duras rampas del Pico Dueña, la dificultad de la
jornada, en cuyo alto han levantado una gran Cruz de Santiago de
madera,
que quiere imitar la Cruz de Ferro del Camino Francés. Es la
cota
de la Vía de la Plata, 1170 m. Desde lo alto tenemos unas buenas
vistas sobre las dehesas y la llanura que recorremos durante la
jornada hasta llegar a Salamanca. La mayor dificultad, tanto de la
subida como de la bajada, además de las duras rampas que a veces
exigen bajarse y empujar la bici, son las piedras que impiden rodar.
El
desnivel de la bajada es especialmente pronunciado, 250 m en 3 km, con alguna rampa del 20 %.
Paramos en San
Pedro de Rozados,
Ani tiene otro problema con la bici, ahora es una alforja cuyo
enganche al trasportín se ha roto. Desde
el Teso de Aldeatejada, escenario de la batalla de los Arapiles en
la Guerra de la Independencia, ya tenemos a vista de pájaro
Salamanca. Una
pareja, a la que vemos mientra subimos el teso, nos indica la ruta
hasta la ciudad mientras nos hace la foto.
Entramos
por el Tormes y el puente romano, llegamos
al albergue de La Calera cuando ya están cerrando, según el horario
del mediodía, pero el hospitalero, un amable oscense, nos permite
dejar las bicis y ducharnos, antes de buscar un sitio donde comer.
Una guapa uruguaya nos
lleva hasta El
Quijote, un
restaurante con patio interior,
y por el camino nos cuenta su breve vida en la ciudad a la que ha
sido arrastrada por el novio. Tiene
que ganarse unos eurillos buscando clientes. El
lugar es bonito pero las sillas infames, tanto que me da un chasquido
en el lugar, la
zona lumbar, donde
unos días antes había recibido un pequeño golpe con el sillín, en
una caída.
He de acudir al hospital porque el dolor es intenso y no puedo
doblarme. Me
hago a la idea
de
que
el camino se ha acabado para mí por este año. En la larga espera
para que me atiendan me acompañan Ani y Ramón. Me hacen una
radiografía. La médico me dice que tengo una fisura en una costilla
flotante,
pero con ibuprofeno podré continuar. El día y la visita de
Salamanca se han echado a perder, tan solo queda un breve paseo por la
Plaza Mayor y una visita al jardín de Calixto y Melibea. 72,
65 km.
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