jueves, 14 de junio de 2018

3. Zafra – Mérida




               Etapa sin gran complicación, plácida, de Zafra a Los Santos de Maimona y de aquí a Villafranca de los Barros, donde en medio de una gran plaza destaca la portada gótica de Nuestra Señora del Valle. Luego, entre viñedos, caminos de barro seco y duro, descendemos hacia Torremejía, donde repostamos -grandes potes de cerveza, se entiende-, en una gran plaza cercada por edificios blancos, un lugarón que se extiende en la planicie pacense y que le sirvió a Cela para ambientar La familia de Pascual Duarte, antes de llegar al Guadiana y su hermoso puente, tras el que se oculta nuestro destino, Mérida. Seguir el curso del río y contemplar el puente romano desde lejos es uno de los lujos de este viaje, como lo es alojarse en el albergue municipal del Molino de Pancaliente, justo encima del alargado parque en la margen derecha del Guadiana. 

Albergue molino

               Allí nos encontramos con un italiano que viajaba también en bici, desde Milán, pero que no tenía para pagar el albergue, decía como enfadado. El hospitalero le indicó la dirección del albergue de indigentes pero prefirió echarse sobre el césped del parque donde permaneció sin tregua las horas del día y de la noche. También allí llegó a última hora un caminante vasco que venía desde Almería, Granada y Córdoba, haciendo en solitario el camino Mozárabe, con muchas ganas de contar su peripecia porque en su largo trayecto, del que llevaba cumplidos diecisiete días, apenas había encontrado con quien hablar. Ramón, gran hablador también, escuchó con paciencia su borrachera de palabras. En vez de pasar adentro a coger una litera y ducharse, prefirió dormir al raso junto a la puerta del albergue, alegando que como montañero que era estaba acostumbrado a dormir en duro. 

             Mérida da para mucho más que un día, así que, bajo el duro sol, nos limitamos a comer, beber y pasear apreciando mudos su romanidad. 64,49 km.


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