viernes, 20 de abril de 2018

Ono no Komachi



             Antes del siglo X le lengua de prestigio en Japón era el chino. Los hombres cultos, y unas pocas mujeres, lo aprendían y dejaban el japonés para las cosas de casa y para el comercio. Como las mujeres no sabían chino, los poetas que se dirigían a ellas utilizaban el waka, o tanka, en japonés como la forma poética para el lenguaje amoroso. Una forma breve de treinta y una sílabas, escanciada en versos de cinco, siete, cinco, siete y siete sílabas que durante los siguientes mil años se convertiría en la forma clásica de la poesía en japonés. A ello contribuyó el Kokinshu, la primera antología de la poesía imperial japonesa, en 905, que fijo los significados, las formas y el propio vocabulario, en torno a dos mil palabras. El tema del waka era casi siempre el amor que aparecía en general relacionado con el paso de las estaciones. En torno al waka que se usaba tanto oralmente como por escrito se fueron creando artes asociadas como una caligrafía irregular por oposición a la regular china, una tinta negra especial o flores de estación que acompañaban al poema, también pinturas o kimonos bordados con poemas o una cerámica decorada del mismo modo.

             Ono no Komachi, una famosa poeta del siglo IX, tenía fama de ser tan hermosa como cruel con sus pretendientes y para cuadrar su fama con sus poemas se dice que en su vejez se paseaba cubierta de harapos, de tal modo que todo el mundo se burlaba de su lamentable aspecto, incluso se cuenta que una vez muerta su calavera apareció abandonada en el campo, donde el viento a través de los agujeros hacía un sonido tan triste que evocaba su tristeza. Pero de Komachi nos ha quedado un hermosísimo poema:

花の色は
うつりにけりな
いたづらに
わが身世にふる
ながめせしまに

Hana no iro wa
utsurinikeri na
itazura ni
wa ga mi yo ni furu
nagame seshi ma ni

         El espíritu japonés es difícil de captar por un occidental. Los traductores al español han peleado con el poema intentando atrapar su auténtico significado. Esta podría ser la traducción literal:

Se ha desvaído / el color de la flor / y vanamente / he envejecido / mientras la miraba.

Este autor nos presenta 6 traducciones diferentes, siendo la primera de Octavio Paz, y la suya, la quinta:

El color de las flores / se ha desvanecido, / mientras que vanamente/ sobre mi cuerpo envejecido / leo mi paso por el mundo.

El color de las flores / se ha desvanecido / y vanamente / sobre mi cuerpo leo / mi pasaje sobre este mundo.

El color de las flores / se va desvaneciendo. / Así pasa mi vida vanamente,/ envuelta en tristes pensamientos/ viendo caer las largas lluvias.

Desvanecido / el color de las flores, / ay, vanamente / envejecida miro / la lluvia interminable.

Se trocó marchita / la flor fascinante / y baladí / mi frescor pasó / al yo ver su ajarse.

Cual la flor, marchita / por las largas lluvias, / mi frescor se fue / con mi larga vida / en soledad.

          La poesía japonesa se recrea en la fugacidad, encuentra la belleza en lo efímero y perecedero y esa sería la esencia de este poema, Komachi expresa el paso fugaz de su vida y su belleza.

En la edición de Hiperión de José María Bermejo y Teresa Herrero queda así:

El color de las flores
se va desvaneciendo:
así pasa mi vida, vanamente,
envuelta en tristes pensamientos,
viendo caer las fuertes lluvias.

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