Antes
del siglo X le lengua de prestigio en Japón era el chino. Los
hombres cultos, y unas pocas mujeres, lo aprendían y dejaban el
japonés para las cosas de casa y para el comercio. Como las mujeres
no sabían chino, los poetas que se dirigían a ellas utilizaban el
waka, o tanka, en japonés como la forma poética para el lenguaje
amoroso. Una forma breve de treinta y una sílabas, escanciada en
versos de cinco, siete, cinco, siete y siete sílabas que durante los
siguientes mil años se convertiría en la forma clásica de la
poesía en japonés. A ello contribuyó el Kokinshu, la
primera antología de la poesía imperial japonesa, en 905, que fijo
los significados, las formas y el propio vocabulario, en torno a dos
mil palabras. El tema del waka era casi siempre el amor que aparecía
en general relacionado con el paso de las estaciones. En torno al
waka que se usaba tanto oralmente como por escrito se fueron creando
artes asociadas como una caligrafía irregular por oposición a la
regular china, una tinta negra especial o flores de estación que
acompañaban al poema, también pinturas o kimonos bordados con
poemas o una cerámica decorada del mismo modo.
Ono
no Komachi, una famosa poeta del siglo IX, tenía fama de ser tan
hermosa como cruel con sus pretendientes y para cuadrar su fama con
sus poemas se dice que en su vejez se paseaba cubierta de harapos, de
tal modo que todo el mundo se burlaba de su lamentable aspecto,
incluso se cuenta que una vez muerta su calavera apareció abandonada
en el campo, donde el viento a través de los agujeros hacía un
sonido tan triste que evocaba su tristeza. Pero de Komachi nos ha
quedado un hermosísimo poema:
花の色は
うつりにけりな
いたづらに
わが身世にふる
ながめせしまに
Hana no iro wa
utsurinikeri na
itazura ni
wa ga mi yo ni furu
nagame seshi ma ni
El espíritu japonés es difícil de captar por un occidental. Los traductores al español han peleado con el poema intentando atrapar su auténtico significado. Esta podría ser la
traducción literal:
Se ha desvaído / el color de la flor / y vanamente / he envejecido / mientras la miraba.
Este
autor nos presenta 6 traducciones diferentes, siendo la primera
de Octavio Paz, y la suya, la quinta:
El
color de las flores / se ha desvanecido, / mientras que vanamente/
sobre mi cuerpo envejecido / leo mi paso por el mundo.
El
color de las flores / se ha desvanecido / y vanamente / sobre mi
cuerpo leo / mi pasaje sobre este mundo.
El
color de las flores / se va desvaneciendo. / Así pasa mi vida
vanamente,/ envuelta en tristes pensamientos/ viendo caer las largas
lluvias.
Desvanecido
/ el color de las flores, / ay, vanamente / envejecida miro / la
lluvia interminable.
Se
trocó marchita / la flor fascinante / y baladí / mi frescor pasó /
al yo ver su ajarse.
Cual
la flor, marchita / por las largas lluvias, / mi frescor se fue / con
mi larga vida / en soledad.
La
poesía japonesa se recrea en la fugacidad, encuentra la belleza en
lo efímero y perecedero y esa sería la esencia de este poema, Komachi expresa el
paso fugaz de su vida y su belleza.
En
la edición de Hiperión de José María Bermejo y Teresa Herrero
queda así:
El
color de las flores
se
va desvaneciendo:
así
pasa mi vida, vanamente,
envuelta
en tristes pensamientos,
viendo
caer las fuertes lluvias.
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