La
tarde se ha escurrido tras el horizonte,
la
luna decreciente baña con luz azulada
cúpulas
y minaretes
el
ruido se sume de golpe
tras
las mortecinas luces de restaurantes y hoteles
unos
pocos clientes entreabren sus puertas
los
vendedores que quedan reclaman
poco
convencidos al turista tardío
me
alejo solitario del Lyab-i Hauz
el
centro con estanque que por la tarde
con
su música y terrazas era ciudad europea
un
enlosado nuevo sobre el que reposan
radiales
medio abandonadas
extiende
la ciudad horizontal
impolutos
edificios de adobe y ladrillo
recuerdan
la urbe imaginada
y
aún más allá entre sombras tintadas
emerge
la masa de una mezquita enorme
y
enfrente una madrasa
y
más allá todavía otra y otra más
pero
ya están cerrando y el hombre
me
dice que vuelva mañana
un
hermosísimo minarete coronado
con
focos de luz pálida
expande
una claridad fantasmagórica
que
me absorbe y trastorna
elevándome
a un tiempo de poetas
cuyo
pálpito quisiera conocer
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