viernes, 6 de octubre de 2017

15. Países del desierto



            Turkmenistán, Uzbekistán, territorios enormes dejados de la mano de Marx, pero sin olvidar del todo a Lenin y al padrecito Stalin, cada uno casi la superficie de España, asentados sobre un desierto que ocupa entre el 80 y el 60 % de su superficie. Bolsas de plástico, botellas, residuos de la bestia sapiens hasta donde alcanza la vista. Clima extremo, días y noches de frío, calor humeante sobre el asfalto en el verano caliginoso. El agua es la riqueza huidiza de siempre, la que construye ciudades y caravasares; hoy el petróleo y el gas enriquece a quien manda. Turkmenistán es una hueco en el desierto, enorme, despoblado, con una ciudad de otro planeta y carreteras arrugadas llenas de muertos, los vimos, doy fe, sin control de velocidad, para los pocos que pueden tener un vehículo tan poderoso como el infame privilegio de su poder, una nueva nomenclatura que sucede a la vieja nomenclatura criminal.


           Uzbekistán es un país poblado, más antiguo que cualquier país europeo, en el centro de la ruta de la seda, la gente bulle en los mercados, 32 millones y creciendo, absorbiendo la modernidad. Un país con nombres eufónicos, cantarines, con la rica agricultura del Amu Daria y del Sil Daria, algodón, arroz, frutales jugosos y secos. Las caravanas tejieron la red de ciudades y caravasares hace milenios: Jiva, Bujara, Samarcanda.

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