lunes, 2 de octubre de 2017

11. Turkmenistán, una república burocrática



           Cinco horas contadas para pasar la frontera entre Irán y Turkmenistán. Controles y más controles. Anotaciones, sellos, láser en el iris, ni una sola sonrisa entre los numerosos burócratas que han de acreditar la bondad de los documentos de entrada. Porteadoras con túnicas largas y tocados floridos, de elegante porte, cargadas con bolsas negras llenas de paquetes de polvos de lavadora, esperan con una paciencia infinita, incorporada a sus movimientos. Desde la frontera a Mary, el extenso desierto de la estepa vacía: algunos núcleos rurales, mujeres dobladas recogiendo algodón, casitas ocres e iguales camufladas en el anodino paisaje, casetas de vigilantes y controles policiales en la carretera. A la llegada a Mary, edificios pomposos de estilo antiguo, con blanco marmóreo, banderas y vidrio. Muchos de ellos iluminados y tras los ventanales, el vacío interior. En el centro de Mary, escenografía de Aida o Nabuco: el parlamento regional, la biblioteca, la mezquita, los hoteles, el museo de construcción reciente, con mármol, cristal y ornamentos ostentosos. El hotel con interiores de satrapía, alfombras, butacones, copia de pinturas pretenciosas. Debajo del cartón piedra la inconsistencia de lo fungible, la comida de plástico. 


           En una pantalla en el hall, a primera hora de la mañana, el presidente distribuye tareas para los gobernantes regionales que, centrados, ensimismados y algo temblorosos, toman nota en sus libretas. Tras lo cual, se trasmite la visita de Estado de Putin, el gran patrón del país y de las repúblicas centroasiáticas: la pompa oriental con maneras ceremoniosas y lentas, arropados, es un decir, por todos los ministros de una y otra nación, periodistas y cámaras, todos trajeados, apuntando, de nuevo, en libretas, nerviosos y cabeza hundida. No puedo, acompañado de algunos empleados del hotel, apartar la vista de un espectáculo que parece sacado del protocolo conservado en alcanfor de algún viejo imperio.


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