domingo, 1 de octubre de 2017

10. La República Islámica



         Sierras de piedras rotas, ocres arenas, crestas de roca fragmentada, el desierto separa a Irán de sus vecinos, Afganistán, Turkmenistán. Salgo de la república islámica, dejo atrás los diez días del Muharram, que celebra la muerte de Husáin. El islam se extiende por el país como un velo opaco con algunos rotos por los que entra la luz. La gente lo ha aceptado como un accidente natural, como entra un mes y sale del calendario, no parece necesaria la policía de costumbres, aunque se manifieste en las mezquitas. Los hombres no tienen restricciones, las mujeres nacen con su condición subalterna incorporada, la ley las somete al varón. La población es joven, las chicas han encontrado el modo de ser elegantes bajo los ropajes y el velo negro. Destapan el pelo, lo hacen caer hasta el moño, añaden una viserilla azul, las más atrevidas con velo rojo, lucen luminosas sonrisas buscando la simpatía del extranjero. Ahora está de moda arreglarse la nariz y algunos portan un esparadrapo blanco, huella de la operación. Muchos se acercan curiosos para oír la sonoridad del idioma desconocido y preguntan sonrientes, te hablan en farsi, aunque acabas adivinando la pregunta porque siempre es la misma, de dónde eres, si eres musulmán y si te gusta Irán. 

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