sábado, 30 de septiembre de 2017

9. Mashhad



             La enorme mezquita de Mashhad, donde está el mausoleo del iman Reza, es la segunda del mundo. No se puede visitar porque es el día más importante de la Ashura, el último, pero todo el mundo hasta los clérigos están ansiosos por caer bien a los turistas. Así que tras una breve negociación, nos dejan visitar los enormes recintos que cómo módulos se han ido añadiendo con el tiempo, eso sí, las mujeres son obligadas a sobreponerse un chador que les cubre de arriba abajo y que apenas les deja libres los ojos. Durante el veloz trayecto, dos mujeres de rostro transparente, blanco y compungido, me persiguen con una especie de salmodia que no alcanzo a comprender. 

              Paseando por el interior de la mezquita en la tarde de la celebración, un mullah nos invita a pasar a una sala restringida. Sentado en cuclillas, teatral, con la imponente dignidad que le da su vestimenta, túnica sin cuello, toga de fino algodón, turbante, nos pregunta cuál es el motivo de nuestra visita a su país y si conocemos algo del islam. Nos pide que le hagamos cuantas preguntas deseemos sobre el tema. Con sencillez, amable, sonriente, va respondiendo. Intento que nos aclare las diferencias teológicas entre las dos grandes ramas de la religión, pero lo que nos ofrece son aspectos periféricos, algún dato histórico pero nada sustancial, como si su religión no fuese más allá de preceptos y un orden en la sucesión de los imanes.

             Más tarde, en un restaurante popular una familia nos agasaja con una simpatía extraordinaria. Sorprende la amabilidad de esta gente.

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