el
hombre los hombres
no
he llegado con los ojos cerrados
para
que el tumulto de la historia me ciegue
el
ciclópeo Ciro Darío el presuntuoso
el
periodista Stanley dejando su firma en una piedra
tampoco
para levantar con mis pies
el
polvo del pasado
ni
siquiera el empeño humano por perseverar
me
asombra o empequeñece
podría
medir aquel tiempo con el mío
fungibles
el uno y el otro imantados
por
la potente luz de la promesa falsa
la
del fin sin fin la de la memoria
Darío
Jerjes Artajerjes Sapor
un
rumor de pasos una mirada esquiva
desboca
mi corazón hacia la nada
el
sol dora la pared de las tumbas polvorientas
mientras
mi piel hierve atolondrada
un
lagarto seco y amarillo rígido como una espátula
cumple
su tiempo en un reborde gastado
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