“La
angustia es el vértigo de la libertad”.
Søren
Kierkegaard
Pongo
mi alma en las rocas,
ingrávida
y gris,
envuelta
en jirones de cielo,
el
fluir de una naturaleza indiferenciada,
no
soy sino atmósfera,
falta
de luz, vacía de calor,
un
témpano gaseoso en medio de la nada,
una
belleza fría,
un
pensamiento aterrador.
Árboles
enanos y unos pocos brotes
púrpura, la
lisura del mar,
pirámides
rocosas como islotes desnudos,
algas
doradas agarradas a la orilla,
expulsadas
del mar,
la
humana geometría en las laderas,
casas
apagadas, silentes esculturas,
Munch
en el psiquiátrico,
Ibsen introvertido y solitario,
Grieg con la muerte pegada a sus pulmones,
Ibsen introvertido y solitario,
Grieg con la muerte pegada a sus pulmones,
Kierkegard
con los ojos vendados
de su diario, y
verde, verde, verde
descarnado, una
mortaja sobre el suelo,
la
muerte es un deseo
que se funde en
el paisaje.
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