domingo, 6 de agosto de 2017

7. Norge



              Ruta plácida hacia el Gammelveten, un montecillo de 462 m. en el centro de la isla de Senja. Camino con ligera pendiente entre piedra y brezo. Espléndidas vistas sobre la isla, los montes y sus neveros, lagos y verdes veraniegos, Tromsø a lo lejos y las islas Dyrøya y Andørja.

Noruega es un tallo de flores violeta,
Noruega es un abedul chaparro, un serbal
junto a un lago de aguas tranquilas,
un territorio entre altos montes y fiordos
que lo rasgan en caprichosas formas.
Noruega es un lugar de la imaginación,
de leyendas e historias
más o menos inventadas, torturada
por la mancha negra
negra del petróleo
y una ballena muerta.


           Como los noruegos, entes igualmente imaginarios. De Nordkapp hasta Bergen hombres solitarios, de mirada baja, asustadizos como zorros vagabundos, serios, especie protegida, encerrados en sus madrigueras, unos pocos pueblos, casas sueltas con vistas al fiordo, en madera, de formato único, entre el blanco pálido y el burdeos más o menos desvaído, unas pocas verdes, una amarilla. Luego, como en tantos otros lugares hay hombres de ciudad, gente en Tromso y Alta, gente en Bodo y Borg, con incógnito lugar de nacimiento, cuyo único punto en común es la circunstancia de vivir en la misma ciudad.

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