Cuando
Manuel Chaves Nogales murió en Londres, en 1944, aún no había
cumplido los 47 años. Vivió poco y le tocó vivir lo más duro del
siglo XX. El tiempo le fue esquivo, pero no cayó en sus trampas. No
se entusiasmó con las grandes promesas, supo detectar adónde
conducían. Si ahora le admiramos es porque se mantuvo de una pieza.
Su mirada de periodista sobrevoló -nunca mejor dicho, utilizó el
avión naciente para hacerse una idea de la Europa de la que
informaba, de Rusia, del Norte de África- los grandes conflictos
para hacer reportajes en los periódicos en los que trabajaba.
Algunos los convirtió en libros: La vuelta al mundo en avión. Un
pequeño burgués en la Rusia roja (1929).
Lo que ha quedado del imperio de los zares (1931).
El maestro Juan Martínez, que estaba allí (1934).
Entrevistó al “ridículo e impresentable” Goebbels, habló de
los campos de trabajo que los nazis preparaban. Dirigió Ahora,
próximo a Azaña. Vivió desde dentro la guerra civil a la que
dedicó un desengañado A sangre y fuego. Héroes, bestias y
mártires de España, publicado
en Chile en 1937, impublicable en España: “La causa de
la libertad entonces en España no había quien la defendiera”, y,
en México, La defensa de Madrid (1938).
Se exilió en París y, cuando
los nazis se acercaban, en Londres, donde escribió su magnífico La
agonía de Francia. Los libros
de Chaves, salvo la biografía, también magnífica, que dedicó a
Belmonte, sólo se han editado en España recientemente.
El
maestro Juan Martínez, que estaba allí es
una novela, fruto de lo que Chaves conoció sobre la revolución
rusa. En algunos aspectos ha llegado entera hasta nuestros días: la
escritura es diáfana, sin apenas retórica que se interponga en el
relato que Juan Martínez hace de los días que padeció durante el
estallido de la revolución comunista en Rusia y en Ucrania y en los
días posteriores de la guerra civil. El narrador protagonista, con
la ingenuidad de los artistas que declaran no entender de política,
se presenta como testigo de las sevicias y humillaciones a que los
rojos, los blancos y los nacionalistas ucranianos someten
alternativamente a la población. La checa y el hambre, las
ejecuciones sumarias y el terror, la especulación y el derroche de
las grandes fortunas familiares. La escritura es ágil, el narrador
se adueña de la narración. En eso el libro es moderno. No sabemos
si los protagonistas, Juan Martínez, un improbable flamenco
burgalés, y Sole, su mujer, existieron de verdad, si en París
dieron cuenta de lo vivido a Chaves o si lo que este cuenta son
retazos de lo visto y oído aquí y allá. Eso está en el debe.
Siendo una novela de hechos, que quiere ser fiel a la realidad, le
falta una aclaración al respecto. Pero el libro está escrito en
1934 y la mayor parte de las cosas malas estaban por pasar, entre
ellas la cobardía de los intelectuales que se comprometieron y
entregaron su libertad a regímenes criminales. Chaves anticipa lo
que habría de ocurrir. Por eso, el libro no volvió a editarse hasta
1992.
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