Esta vez dormimos una hora más. Dora llega desde Biescas para acompañarnos
hasta el Turbon. El sendero sale a 100 metros del camping donde estamos
instalados. Salimos a las ocho y media por una senda boscosa en incesante
subida, una subida sin descanso. El sendero ha sido desbrozado por los
espeleólogos que han estudiado las Simas de Arañonera. Hasta salir del túnel
del bosque no hay un metro de descanso en el fuerte desnivel. Tampoco cuando
cesa la vegetación y comienza el pedregal. Vemos cimas rocosas pero no es el
final, cuando las alcanzamos detrás hay más. Cruzamos un torrente seco y vamos
zigzagueando a izquierda y derecha intentando subir por la zona menos adusta. Tras superar los mil metros de desnivel, llegamos al cuello del Otal desde donde vemos, al otro lado el valle de ese
nombre que hacía dos días habíamos pateado en dirección al Tendeñera. Subimos
al Turbon, desdeñamos el Otal. Vistas espectaculares. Vignemale, las cimas de
Ordesa. Bajar siempre es más fácil, aunque el desnivel es vertiginoso. Cuando
se acaba el pedregal, comemos en un saliente de roca. Entonces vemos a una
familia de holandeses que piensa si subir o no; deciden que sí, aunque parece
que no están bien preparados. Al llegar al camping, buscamos el río y nos
pegamos un chapuzón en las frías aguas. Al salir, tropiezo y caigo entre rocas
sin mayores consecuencias. Después nos tomaos unas cervezas en el bar del
camping.
martes, 26 de julio de 2016
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