De familia
muy humilde, Eugenio Noel nació en Madrid, en 1885, se formó en los seminarios
de Tardajos, en Burgos, y de Madrid y en teología en la universidad de Malinas.
Así trataba de complacer la voluntad de su madre y de la duquesa de Sevillano,
su benefactora, quienes se empeñaban en hacerle cura aunque el no estaba por la
labor. Le iban más la vida secular, las tertulias de café y la calle. Sin
embargo, con facilidad para los idiomas y voracidad lectora, su formación tuvo
mucho de autodidacta. En tertulias como la del café Levante conoció a Valle-Inclán,
Baroja o Machado y a la bohemia madrileña. También a la cantante María Noel, a
quien hizo su amante y de quien tomó el apellido.
La escritura
de este grueso volumen de más de 800 páginas es algo deslavazada, al principio
telegráfica, luego más morosa. En la primera parte de su vida pasa como un
bólido por los acontecimientos, no se detiene ni ante las muertes de su madre,
de su hermano o de su padre, hechos que menciona con una frase: “La muerte de
mi padre el 6 de diciembre de 1908, a los cincuenta y seis años e edad”. Y ya
está, es todo lo que dice. Frases cortas, impresionistas. No cuenta historias o
lo hace muy brevemente. Solo de vez en cuando hace descripciones de ambiente
que merezcan la pena, como esta:
“Una noche
llego a un café de camareras. Yo he visto muchos retratos de ese hombre que
está allí, junto a una mesa frente a un ajenjo de dudoso verde. Yo lo he visto;
es musculoso y basto, y tiene cara de indio triste, una cara grande que le
rebosa el cuello, y en la que las protuberancias frontales proyectan sombras
inmensas. Ese hombre lee, y mientras lee entre sorbo y sorbo de ajenjo, lo
escuchan silenciosos y admirados, Antonio Machado, el único poeta español de
hoy; el vago, perdulario y sentimentaloide Emilio Carrere; el imbécil vitalicio
Cristóbal de Castro, y Pío Baroja, el único que con Machado será algo
considerable después”.
Desorientado,
sin rumbo, atormentado, según él mismo, por su vida de miseria, se deja
aconsejar por Ortega para que se aliste en el ejército y vaya a la guerra de
Marruecos para hacerse hombre. De la experiencia vuelve con un libro, Notas
de un voluntario, donde agrupa los artículos escritos sobre la guerra, y
con ganas de polemizar en público contra la guerra, que le llevan a la cárcel: “Di
a mi patria el consejo de volver a nuestras plazas de Ceuta y Melilla y dejar
que los moros se entendiesen con las potencias extranjeras, pues de no hacerlo
aquello sería la ruina de España”.
Cogido el
gusto, orienta su vida hacia el periodismo y hacia las conferencias. Buena
parte del libro son páginas y páginas dedicadas a su actividad de
conferenciante por provincias, pueblos y ciudades españolas, y por América, primero
como epígono del noventayochismo, luego como activista republicano y por fin
como antitaurinista y antiflamenquista, todo con gran éxito, como va anotando.
De ellas irá sacando un montón de libros de mediano éxito. De vez en cuando, el
autobombo deja paso a las tribulaciones: nunca tiene suficiente dinero. Amada,
la madre de sus hijos, se lo pide. Y muy de tarde en tarde pergeña alguna
historia interesante como la narración sobre la muerte de un maestro al que los
chiquillos de un pueblo perdido odian porque les pegaba y de quien nadie se
ocupa en su mortaja.
En sus
asuntos personales es poco claro y ligero: “Recibo carta de Amada, que me
informa de su embarazo, lo que me hará conocer, en una sombría fase de miseria,
la miseria de una casa en la que se va desarrollando la venta progresiva de los
muebles”.
“Muy poco
después, Amada da a luz una niñita, que nos desilusiona, causando nuestra
desesperación. Hemos, aprisa y corriendo, de vender todos los libros que he
reunido con grandes esfuerzos”.
Apenas hay
referencias al momento político en estas páginas y es una lástima porque su
vida atravesó una época llena de historia. Nada dice de la dictadura de Primo
de Rivera o de la llegada de la República. Murió en 1936, a su vuelta de un
viaje de América, en la más absoluta miseria, en un hospital de beneficencia en
Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario