sábado, 17 de enero de 2015

Still Alice


   
          Alice, profesora de lingüística de cincuenta años en una universidad, empieza a perder memoria, le diagnostican un Alhzeimer prematuro. Su vida a partir de entonces va a cambiar radicalmente. El guión no se mete en anfractuosidades, se desarrolla linealmente, en el progresivo deterioro de las habilidades cognitivas de Alice. Su vida se verá afectada, no tanto la de sus hijos y la de su marido, que siguen con la suya propia.


             ¿Qué tiene de bueno y qué de malo esta película? La película recae toda sobre las espaldas, mejor sobre la expresividad, de Julianne Moore, que va dibujando en su rostro pero también en sus movimientos y en su cuerpo el deterioro implacable. Los demás personajes lucen poco, quizá algo Kristen Stewart (ahí hay una actriz). La película está construida sobre la lógica del cine no sobre la de la realidad: la enfermedad es grave, es trágica para quien la padece, aunque hay peros de muy diversa índole. El más señalada el de la consolación a que tiende el cine convencional. El Alhzeimer, como otras enfermedades incapacitantes, es de momento una enfermedad sin esperanza, destructora no sólo de quien la padece sino de su entorno, eso no acaba de quedar claro del todo en la película. Tampoco desde el punto de vista artístico tiene la fuerza dramática suficiente, pensando en las otras pelis que ya van conformando un subgénero sobre el mismo tema, destacando por encima de todas Amor de Michael Haneke y Lejos de ella de Sarah Polley. Aún así merece la pena verla.

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