Me tocó
vivir en un país en blanco y negro, con olor a cera, cerrado y humedad, un país
feo, mal ventilado, lleno de moho y orín. Es difícil que alguien lo reivindique
alguna vez, aunque cosas más extrañas se han visto y se ven. Quim Torra, por ejemplo, dirige la cosa de 1714 en Cataluña –el mausoleo de la derrota de Cataluña,
escribe el entrevistador, “la zona cero de los catalanes”-, afirma este
hombre sin rubor, acaso sin conciencia de la descomunal comparación, y le hacen
una entrevista. No se corta un pelo, como los independentistas han creado su
esfera, en la que no entra la luz desde hace un par de años, al menos, dicen
cosas que a otros les haría morir de vergüenza. Dice todo esto:
“Hay
que crear el pasado; no se trata de sentirnos pueblo hoy, sino de
reconocernos como pueblo a lo largo del tiempo” y como tal, señalan
entrevistador y entrevistado que el Born Centre Cultural es la fábrica de la
épica independentista, “no se trata solo de provocar lágrimas de emoción,
sino de captar entre la piedras de la patria "la fuerza
arrebatadora" para impulsar el Proceso hasta el final”. El mandato de
la patria lo resume de esta manera: “No ha sido necesario imponer un
argumento histórico, somos un pueblo emocional y esto emociona”. “La
voluntad es la de recuperar el espíritu del 1714 como una fuerza absorbente y
arrebatadora, para intentar de hacerla comprender e interpretar en la coyuntura
que vivimos”. “Fuera del hecho nacional, no hay vida”. “Mis
adversarios son todos aquellos que no quieren la soberanía plena de nuestro
país, para que nos entendamos, aquellos que no quieren que la bandera catalana
ondee bien alta y bien sola en Capitanía Militar, los catalanes para quienes la
libertad de Cataluña no es su pasión dominante son unos señores que
me acaban la paciencia”.
Quién quería
vivir en un país así, no en blanco y negro como el de mi infancia, sino uno
bajo dos colores que teñirían las calles y el aire de un chillón rojigualda, pero
no solo volveríamos a la opresión tristona del bicolorismo sino que además se
nos amenaza con no aceptarnos porque colmamos su paciencia. No sé si se nos expulsaría del país o se nos
llevaría directamente a la cárcel.
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