Asisto a un
concierto con Shakespeare como tema. La música de su tiempo, sus sonetos,
Hamlet. Participan amigos. Es un acto en catalán. Pienso, ya nada le debo,
ninguna deuda tengo con ellos. Hubo un tiempo que duró décadas que catalán y
castellano eran la misma cosa, aquí en Barcelona y alrededores, indistintas
lenguas que se hablaban al unísono. Todo el mundo las hacía suyas, eran suyas.
Pero ya no es así, no lo será durante un tiempo. No me siento solidario, ni
embajador cuando estoy fuera. No me veo esforzándome, ni buscando placer en la
particular literatura, en su ralo cine, en un arte romo que poco se conoce. Nos
han roto por la mitad, nos han dicho que éramos de fuera, han querido obligarnos
a escoger, con la tonante voz de dueño de la casa. No lo acepto, no son dueños
y yo valgo tanto como ellos. Me duele que me hayan enviado a un rincón. Pero no
puede durar porque son menos y la razón no está de su parte.
sábado, 6 de diciembre de 2014
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