martes, 10 de junio de 2014

Bienvenidos a la partida de la sospecha


            Todos los años el comentario de texto consagra a dos autores en las pruebas de selectividad. Este año, aquí en Castilla, les ha tocado a Manuel Vicent  y a Carmen Rigalt. De El País y El Mundo, equilibrando. Una añada de muchachos, en ese rito de paso que son las paus, habrán entrado en el mundo adulto de su mano. Y he aquí lo que se encuentran, literatura recreativa, es decir, resolución de enjundiosos problemas sociológicos, psicológicos, políticos o económicos en el espacio de media página o de una columna periodística.


            Con la fina ironía y el tono zumbón que le caracteriza, Manuel Vicent invita a sus jóvenes lectores, si su sentido crítico no está muy trabajado, a iniciarse en la sospecha sobre las misteriosas instituciones que nos gobiernan y vigilan. Hormigas conformistas les dice a los estudiantes que se afanan en ser buenos chicos y aprobar. ¿Qué tengo que hacer para ser un buen tipo?, se preguntaran. Manuel Vicent les dice, sospecha. Hay formas de sumisión que aparentan ser críticas, asentados principios revestidos de abalorios brillantes y música modernista. Ya se sabe, la letra con burla entra mejor.
"Fuera del hormiguero ya no hay salvación. Las cámaras que siguen tus pasos desde cualquier ángulo de la ciudad y los satélites que te vigilan desde el espacio te juzgarán un día si te apartas del río confuso de los mortales y tratas de ser tú mismo navegando contracorriente. Lo que hablas o tecleas por el móvil queda grabado para siempre en el nido de la araña planetaria y podrá ser tomado en tu contra mañana. Solo si te comportas como una hormiga anónima estarás a salvo. Las cámaras aceptan de buen grado el fluido uniforme de la gente; la gran araña digiere sin problema en su tripa la algarabía insignificante con que expresan los humanos sus sentimientos anodinos, pero si tratas de ser original, singular, y no te comportas como una hormiga conformista te convertirás en un sospechoso. Puede que te sientas un ser libre porque la vida te ofrece la posibilidad de elegir limón o gaseosa para el tinto de verano, pero en realidad con cualquier cosa que uno haga no está sino obedeciendo las reglas inexorables del hormiguero. Eso mismo que haces, piensas, dices o callas, creyéndote muy ocurrente o extravagante, en este preciso momento millones de personas lo están ejecutando, pensando, pronunciando o callando al mismo tiempo con gestos semejantes, intercambiables. La partitura musical de risas y lágrimas que ejecuta de forma ciega la humanidad apenas tiene una docena de compases. Nuestro destino en lo universal consiste en ser esa hormiga que no se sale nunca del pentagrama. Un día las cámaras captaron a un tipo que iba con abrigo en pleno verano por la City de Londres. Fue detenido y juzgado como posible terrorista. Hoy todos los abrigos en verano pueden ocultar la faja de dinamita de un suicida. Si pronuncias por el móvil más de tres veces en un día la palabra yihad o Bin Laden, la araña planetaria tomará tu filiación y la de tus antepasados. Cuando pases por el control de un aeropuerto norteamericano tu pasaporte engendrará tres pitidos de alarma. A continuación se acercará un gorila con toda una ferretería alrededor de su barriga y te llevará a un cuarto sin ventanas, donde enumerará los pelos de tu nariz y no podrás salir en libertad si no demuestras que no eres más que una hormiga perpleja, prueba que correrá a tu cargo".
          Otro comentario habría que hacer sobre el texto de la prueba de inglés, donde esta vez sin rasgo de humor alguno, se conmina a los estudiantes a que apoyen sin fisuras la teoría de que el cambio climático es un hecho científico incontestable y su causa principal si no única la acción antrópica.

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