martes, 3 de junio de 2014

¿Abdicación o dimisión?


            Podría pensarse que el rey abdica empujado por la reciente gran encuesta que han sigo las elecciones europeas: desafección, como dirían los catalanes, es como puede haber interpretado los resultados. “Antes de que sea demasiado tarde y se caiga el sistema bipartidista y con él la monarquía, me voy”.

            España ha pasado tres crisis tremendas en su historia reciente. La primera, la de 1866, se llevó por delante a moderados y progresistas y con ellos la monarquía isabelina, dando paso al barullo del Sexenio. En la segunda, la derivada del crac del 29, se fueron conservadores y liberales, y hasta Primo de Rivera, y con ellos la monarquía alfonsina. Vino la Segunda República y la guerra civil. Las repercusiones políticas siempre son posteriores al peor momento de la economía. Aunque haya recuperación y remonte el empleo algo pasará en nuestro actual sistema político. El electorado tiene ganas de gresca.


            Sin embargo, es difícil de entender cómo en el peor momento de los asuntos de España: tremendo número de parados, descrédito de los representantes políticos y la cosa catalana, el rey Juan Carlos añada uno más a la olla, el debate sobre la forma de estado, monarquía o república –véanse la Puerta del Sol y la Plaza de Cataluña-, y que entregue a su hijo la Jefatura del Estado en medio de ese carajal.

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