sábado, 17 de mayo de 2014

Jornada en Madrid


           El día acaba de forma sorprendente. Los atléticos triunfadores en el Camp Nou apenas celebran su victoria. No dudo que griten y se exhiban en Neptuno -no voy a acercarme hasta la fuente de Cánovas para verlo- pero allí por donde me paseo veo algunas camisetas rojiblancas, algunas, pocas trompetillas, algunos vivas y unas pocas familias atléticas confundidas entre la multitud. Es como si los atléticos pidieran perdón por haber ganado la liga o como si no se lo creyeran o como si no quisieran despertar de un sueño. Qué diferente a cuando el Barça o el Madrid invaden las calles, se adueñan de la ciudad y prácticamente obligan a todo el mundo a celebrarlo. He visto la segunda parte en una cervecería de la plaza de Cascorro y más me parecía asistir a una celebración religiosa que a un evento deportivo. La gente se mordía las uñas, ante cualquier falta suspiraban, decían: “Ahora nos meten el gol”. El pupas, hasta cuando ganan.


            Tampoco he visto grandes aglomeraciones en estos días de fiesta patronal en Madrid. Muchos extranjeros y colegiales de visita, como siempre. He entrado por vez primera en la Biblioteca nacional, en la gran sala de lectura, en las salas de exposiciones, hubiera necesitado más tiempo para apreciar este noble edificio, el gran aire sobre las empequeñecidas cabezas de los lectores, ese espacio casi infinito hasta la claraboya que inunda de luz la sala. He visto la exposición de Cezanne. Creo que es un error que la hayan ordenado por temas, en vez de cronológicamente, no se aprecia cómo Cezanne avanza con un gran pincel blanco, abriendo camino, sin que él sepa muy bien adonde se dirige, aunque sí su espectador, que tiene detrás todo lo que ocurrió después de que él desbrozase los caminos. Me ha decepcionado la obra de Lope de Vega que he visto en el Pavón. Aburrida, sin tensión, una obra –Las dos bandoleras- que exigía ruido, presencia, agitación pasa con personajes fantasmales sobre el escenario, vistiendo a la mitad de los actores con uniformes militares, un recurso manido que no aporta nada.

          Pasan las horas y ni un solo cohete de fiesta.


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