No todo lo
que podía escribirse podía decirse de igual modo en las pantallas
cinematográficas. Porque es difícil de trasmitir la corrosión y la desesperanza
rabiosa o porque no está permitido, al menos en el pasado. La adaptación que
Henri-Georges Clouzot hizo de la novela de Georges Arnaud atiende al espinazo
de la obra, en parte a la tensión dramática, algo a la atmósfera y al carácter
de los personajes pero sobrevuela el tema para centrarlo en otra cosa.
Si la novela es breve, la película es larga, pero la primera no necesita más ni
la segunda menos para ser ambas obras maestras. La rudeza de los hombres es más
espiritual en la novela, hombres desprovistos de fe esperan compensar su vacío
encontrando el medio de salir del culo del mundo, soñando con paraísos
imaginarios gracias a unos miles de dólares a cambio de un trabajo en compañía
de la muerte. Más material en la película: el humo del tabaco, el alcohol, el
desprecio hacia las mujeres a las que golpean, la solidaridad de hombres en su
bellaquería. Tanto en la novela como en la película hay tres partes: la
presentación de los personajes y su carácter, de duración mediana, el recorrido
del camión con su carga mortal de nitroglicerina, la parte más larga, y la
breve coda en que se da cuenta de lo que le sucede al prota tras entregar la
carga en su destino. Los personajes en esencia son los mismos, aunque en la
peli se cambian algunas nacionalidades. El segundo de a bordo es francés, no
rumano y se elimina, por ejemplo, al violento español Juan Bimba. También
algunos sucesos desaparecen o mutan o se innovan, por ejemplo el gran peñasco
en el camino que hay que hacer volar.
De las
supresiones la más llamativa es sin duda la relativa al cura de Totumos, el
cura que engaña a los camioneros para que no pasen con su carga mortal por su
pueblo. La venganza es terrible en la novela y da pie a una escena del más
salvaje sacrilegio, inaceptable, supongo, para la censura de la época. Sin
embargo la mutación más importante que introduce Clouzot es sentimental, tiñe
todo el metraje y cambia por completo su perspectiva. En la peli, Sturmer, el
protagonista, mantiene una relación íntima con Linda, una prostituta mestiza
que trabaja en El Corsario Negro. Ella está enamorada de él, aunque a él no le
importa ofrecérsela a sus compañeros. Cuando vuelve con su abultada paga piensa
en ella para emprender su nueva vida. En la peli de Clouzot todo ha cambiado:
poco después de comenzada aparece en escena un francés elegante, mayor que Sturmer,
dueño del terreno que pisa, con una autoridad natural. Se produce un flechazo.
En la novela el protagonista es el miedo de principio a fin, el que define las
acciones, la pérdida de reflejos, la violencia extrema, el agotamiento, la insensibilidad
ante el sacrificio de los compañeros. En la peli es el enamoramiento entre dos
hombres rudos y en apariencia insensibles, con momentos de ensoñamiento y de crueldad. Sturmer
admira la autoridad de ese hombre, arroja de sí a Linda por él, se entrega a su
virilidad, pero luego le decepciona su cobardía y no le importa que el camión
pase por encima de él, aunque haya un recorrido final de ternura cuando los dos
hombres en la cabina del camión se acercan al destino, el hombre a punto de expirar,
Sturmer con la mirada perdida . Esas dos perspectivas empapan novela y
película, son el tema que las traspasa y explican el final que siendo el mismo
en ambos casos tiene un significado diferente.
Aunque también nuestra época tiene sus límites. Dudo que el
más osado director actual se atreviese a mostrar a un rapaz, sucio y descalzo,
como el que muestra Henri-Georges Clouzot, al comienzo de su película, con los
genitales al aire, por delante y por detrás. O un maltrato parecido hacia las
mujeres como el que aparece en El Corsario, el garito en el que los hombres
rudos, desesperados, machistas e insolidarios entretienen su tiempo sin valor.
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