lunes, 28 de abril de 2014

Sindicatos nacionalistas (Nacionalismo 3)





            Una de las cosas más sorprendentes del nacionalismo, a la que más cuesta acostumbrarse, es la de la uniformidad, la ausencia de oposición, la desaparición de los problemas urgentes y evidentes subsumidos en la única cuestión palpitante: la vida de la nación, aunque esta sea ente tan inexistente como el dios de las religiones. La vida nacionalista existe sin oposición, la oposición no se admite, no se tolera, si existiese sería un cuerpo extraño, algo ajeno al ser nacional (¡Fascistas!, gritan o ¡Hijos de puta!, tanto da). Los partidos políticos aparentan ser diferentes, pero sólo matices intrascendentes les diferencian. Lo mismo ocurre con los sindicatos, incluso los sindicatos que se dicen a sí mismo sindicatos de clase. Cabría preguntarse qué lleva a comportarse como lo hacen a los dirigentes de dichos sindicatos (Josep Maria Álvarez, secretario general de la UGT de Cataluña, y Joan Carles Gallego, secretario general de CC OO de Cataluña) cuando venden a sus afiliados, por quienes en principio no debería correr sangre nacional: ¿el contagio de la peste nacional o salvar el pellejo? Clérigos. Como bien dice Pérez Andújar, ser español es de pobres, qué dirigente sindical podría manifestarse como tal:
            “Unos sindicatos que culminan la manifestación de una huelga general o de un 1 de mayo sustituyendo el canto de la Internacional en catalán por el himno nacional de Cataluña. Unos sindicatos que ahora se retratan sonrientes con las instituciones de la oligarquía ante las ruinas de lo que fue el epicentro de la lucha obrera. Unos líderes sindicales que en esa misma foto consienten, el de Comisiones, sostener un cartel en el que ya se ha estigmatizado la palabra obreros, la palabra trabajadores y, para no citarlos, para no recordar de dónde se viene, se alude a ellos mediante el eufemismo del mundo del trabajo (el món del treball pel dret a decidir, este es el lema completo). Y el de UGT sujeta otro cartel donde contra todo respeto hacia una elección independiente se resalta la respuesta por la que Òmnium hace campaña (el rótulo dice És normal que un pais voti com pot viure millor, pero la palabra pais lleva sus dos últimas letras invertidas y pintadas de otro color formando el monosílabo sí)”.


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