Les salauds, la
peli de Claire Denis, se queda a mitad de todo. Su voluntad es construir un
trhiller pero no acaba de formatearlo correctamente, probablemente por las
debilidades del guión que apunta en muchas direcciones: complejidades
psicológicas, el morbo de relaciones familiares extrañas, comportamientos mafiosos relacionado con sexo, dinero y poder, sed de venganza cuyo planteamiento no aparece con claridad, un héroe o
antihéroe irreductible y solitario y un montón de personajes pululando alrededor. Pero no se decide por ninguna de ellas, todo está
apuntado, sin desarrollar, sin una trama definida, sin personajes acabados, sin
tema. Cifra la búsqueda de un estilo en una atmósfera sombría, nocturna, de pisos sin amueblar,
calles poco iluminadas, vídeos casuales, elipsis, fragmentación, eso sí, con la música sugerente
y silenciosa de Tindersticks rellenando huecos.
Es evidente que la directora tiene en mente el
clásico film noir francés: Carné,
Clouzot, Duvivier, Melville, especialmente este último. Quiere volver a aquel
estilo elíptico, sintético, de pocas palabras y pocos gestos, a aquellas pelis
cortantes y secas como una bala. Esas instrucciones parecen tener los actores,
Vincent Lindon sobre todos. A ello responde el guión. Pero aquel tiempo pasó y éste necesita otro
lenguaje, más descriptivo, más realista. Les
salauds (Los canallas) desconcierta de principio a fin, es difícil saber de
qué va la peli, qué pretende la directora, que la acaba abruptamente, sin
explicaciones, con la sorpresa como único objetivo.
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