martes, 25 de marzo de 2014

Dallas Buyers Club


La historia que vemos desarrollarse ante nuestros ojos, que sabemos que es real, la hemos visto en otras películas, el sida es ya un tema viejo, filmado, debatido, nos da la impresión de que sabemos más de lo que realmente sabemos. En principio no me atrae, parece un tema pasado. El guión tampoco es una maravilla, es confuso, se tarda en comprender cuál es el hilo argumental, si lo tiene, ¿es biográfico?, ¿trata del combate  de los desahuciados contra la voracidad del capital, en este caso de las farmacéuticas y su correa de trasmisión, la agencia estatal de medicamentos?, ¿es social, de la arrastrada vida de los condenados por la enfermedad? Al final las dudas las resuelve Matthew McConaughey con su personalísima interpretación. El actor se hace cargo de todos los interrogantes y los conduce en la única dirección a donde le lleva el personaje que crea o reconstruye. Un hombre del mundillo del rodeo texano, cuya vida se desenvuelve entre la monta de toros y de mujeres, la bebida y las drogas, homófobo como lo son todos sus amigos, a quien en 1986 detectan un SIDA tan avanzado que sólo le dan un mes de vida. Toma, como todos entonces, fuertes dosis de AZT, un medicamento que mata más que cura, pero inquieto busca alternativas entre doctores díscolos en México,descubre un cóctel que parece funcionar, por lo menos en su caso, y a continuación se dedica a traficar con los ingredientes del cóctel, importándolos de otros países, enfrentándose con ello a la poderosa FDA, la agencia federal para el medicamento y ofreciéndoselo a quienes se están muriendo de sida a finales de los ochenta.

                Matthew McConaughey se transforma para interpretar al protagonista de la historia, el hombre real, Ron Woodroof. Un actor que cambia en cada película, que está alcanzando la madurez en pelis como Mud o Magic Mike o en la serie True Detective. McConaughey adelgaza hasta el límite y nos ofrece un hombre nervioso, soez, pero impulsivo y capaz de enfrentarse a quien haga falta. Jared Leto compone, en otra gran interpretación, un personaje aparentemente contradictorio con el de McConaughey, un gay culto y refinado, que acaba convirtiéndose en su inesperado aliado y complemento. Lo interesante de la peli es la creación de este personaje individualista que gracias a su egoísmo es capaz de ofrecer una salida a los desahuciados. Lo menos creíble es el papel que se reserva a la agencia estatal y a las empresas farmacéuticas que aparecen como los malos de la película.

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