lunes, 2 de septiembre de 2013

Dos (Mud)


                Qué sorpresa la avalancha de alumnos en los exámenes de septiembre. Inédito. Hemos tenido que habilitar aulas para atender a tanta gente. Otra cosa son los exámenes. En bachillerato, bien, por encima de la costumbre. En ESO, más o menos. Es probable que la crisis esté afectando a las actitudes, a la conciencia.
                Quería ir y volver a Valladolid con el coche cada día esta primera semana, pero los planes son sólo eso promesas que se pueden truncar. El coche me ha jugado una mala pasada.


                En los saludos de bienvenida una profesora: “Creía que ya estabas retirado de la circulación”. No le debe haber sentado bien lo que oía en su propia voz porque ha intentado rectificar, disculparse. Farfullaba.

                Mud. Cuando uno entra en la sala a oscuras lo primero que espera es sorpresa, novedad, riesgo, a veces incomodidad y autodescubrimiento. El niño que llevamos dentro. Como esos niños de esta película cuando descubren en una isla a un hombre solo. Su vida en los márgenes del  Mississippi es extraña para nosotros, una geografía inhóspita, eso nos parece, aunque a ellos no les desagrada, quizá porque es lo único que conocen. Unas cuantas pinceladas nos muestran a sus familias: inexistentes o medio rotas. Uno vive con un tío que se dedica a rescatar  cosas perdidas en el fondo del río; el otro asiste a la ruptura inminente del matrimonio de sus padres. 

                El hombre que encuentran en la isla es el misterio, la aventura, a medio camino entre el temor y la atracción de lo desconocido. Lo experimentamos al mismo tiempo que los niños. Una historia de amor frágil, eterno y temporal, intenso y fraudulento. Alrededor, unos matones que persiguen al hombre de la isla. La peli se parece a otras pelis de otro tiempo, que quedaron en nuestra memoria, que nos incitan con su eco a buscar otras que nos llenen de emoción y de sorpresa.

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