Qué
sorpresa la avalancha de alumnos en los exámenes de septiembre. Inédito. Hemos
tenido que habilitar aulas para atender a tanta gente. Otra cosa son los
exámenes. En bachillerato, bien, por encima de la costumbre. En ESO, más o
menos. Es probable que la crisis esté afectando a las actitudes, a la
conciencia.
Quería
ir y volver a Valladolid con el coche cada día esta primera semana, pero los
planes son sólo eso promesas que se pueden truncar. El coche me ha jugado una
mala pasada.
En los
saludos de bienvenida una profesora: “Creía que ya estabas retirado de la
circulación”. No le debe haber sentado bien lo que oía en su propia voz porque
ha intentado rectificar, disculparse. Farfullaba.
Mud. Cuando uno entra en la sala a oscuras lo primero que
espera es sorpresa, novedad, riesgo, a veces incomodidad y autodescubrimiento. El
niño que llevamos dentro. Como esos niños de esta película cuando descubren en
una isla a un hombre solo. Su vida en los márgenes del Mississippi es extraña para nosotros, una
geografía inhóspita, eso nos parece, aunque a ellos no les desagrada, quizá
porque es lo único que conocen. Unas cuantas pinceladas nos muestran a sus
familias: inexistentes o medio rotas. Uno vive con un tío que se dedica a
rescatar cosas perdidas en el fondo del
río; el otro asiste a la ruptura inminente del matrimonio de sus padres.
El
hombre que encuentran en la isla es el misterio, la aventura, a medio camino
entre el temor y la atracción de lo desconocido. Lo experimentamos al mismo
tiempo que los niños. Una historia de amor frágil, eterno y temporal, intenso y
fraudulento. Alrededor, unos matones que persiguen al hombre de la isla. La
peli se parece a otras pelis de otro tiempo, que quedaron en nuestra memoria,
que nos incitan con su eco a buscar otras que nos llenen de emoción y de
sorpresa.
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