martes, 20 de agosto de 2013

Un año ajetreado y La chinoise II


            No sé cómo se vio en su época La chinoise, ahora produce un curioso efecto: no es aburrida, se sigue bien, a condición de prescindir de su cháchara, donde las palabras que más se repiten son marxismo-leninismo y lo que más se ve es el libro rojo de Mao, apilado en las estanterías o en las manos de los actores. Godard, por entonces, militó en grupos maoístas. Los protagonistas, una célula de jóvenes comunistas, leen en voz alta, hablan, recitan, programan acciones terroristas. Las palabras de la conversación de la época suenan ahora como pinceladas de color, contribuyen como los colores primarios con que está hecha la peli a ambientar la época. Lo que más vale, su atractivo, es la espontaneidad de los actores, del montaje, de la filmación, de la dicción, como sucede con todo lo de la época, la música, el arte, el vestir, los colores minimalistas de la casa donde discurre. 

            Un mundo estaba naciendo y otro se desmoronaba. Tanto el libro como la peli hablan de eso –también otros libros recientes, de Martin Amis o de Ian McEwan, por ejemplo-, de la ruptura generacional, aparecían las formas nuevas, pero todavía no el discurso nuevo, los individuos se afirmaban, se mostraban libres, sin tener del todo conciencia de ello. En la peli el lenguaje, el discurso, la cháchara, queda como fondo, como ruido sin significado, porque no son las palabras lo que importaba, sino el cambio de costumbres, la manera de moverse, de vestirse, de hablar, amanecía una nueva forma de ser, de vivir en el mundo.

            En lo que se parecen La chinoise y Un año ajetreado es en la forma de llevar la realidad a la ficción o, dicho de otro modo, cómo la creatividad bebe de la realidad. Vista hoy la película, del año 1967, parece un documental que nos devuelve una época difícil de reconstruir desde hoy, la memoria es engañosa. El libro, por el contrario, con todos sus hechos y personajes reales, escrito en 2011, sólo puede verse como ficción, porque ¿qué tiene que ver la escritora Anne W. y toda su sabiduría técnica con aquella joven actriz seducida por Jean-Luc Godard?

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