lunes, 12 de agosto de 2013

Praga mortal, de Philip Kerr


            Si la novela negra está de moda no lo está menos el género histórico, así que Philip Kerr, escritor escocés, juega sobre seguro cuando en sus novelas ambientadas en la Alemania nazi mezcla ambos géneros. Esta que acabo de leer, Praga mortal, ha tenido bastante crédito de público y de crítica y forma parte de una serie de la que ya lleva publicadas ocho. Un comisario de la vieja escuela de la policía prusiana sigue siendo policía a regañadientes en la nueva Alemania. Para el caso que tiene que resolver se desplaza de Berlín a Praga, llamado por el malvado sin paliativos Reinhard Heydrich, que acaba de ser nombrado reichprotektor de Bohemia y Moravia. Acaba de ser asesinado uno de los cuatro adjuntos del general, mientras la GESTAPO investiga a un topo del espionaje checo dentro de las filas nazis. El comisario Gunther se desenvuelve con comentarios entre mordaces y sarcásticos, en sus interrogatorios a los generales nazis que han sido invitados al castillo de Panenske Brezany en las cercanías de Praga donde reside Heydrich y donde ha sido asesinado el adjunto, y la mala conciencia por vivir y trabajar en un mundo donde el mal ha tomado el poder. Para que la intriga atraiga al lector se junta el crimen con el espionaje, los personajes conocidos del mundo nazi con referencia a sus maldades y la propia aventura del comisario atrapado entre el miedo a Heydrich y su enamoramiento de una misteriosa joven a la que ha conocido en la noche berlinesa. Incluso adelanta una hipótesis sobre la cuasa real de la muerte de Heydrich tras el atentado de Praga.

            Esos son sus atractivos, que indudablemente los tiene y muchos más. Pero también defectos: me es difícil encontrar una novela negra perfecta y que sea capaz de saltarse los lugares comunes del género. Aquí incluso se toma, en parte, prestada la trama de la famosa novela de Agatha Christie El asesinato de Rogelio Ackroyd: el asesinato en un cuarto cerrado por dentro, con la excusa de que el propio Heydrich era fan de la novelista inglesa. Tarda mucho en entrar en materia, demasiadas páginas dedicadas a la noche berlinesa, aunque cuando aparece la trama la lectura vuela. El autor abusa del sarcasmo y de las frases ingeniosas en las que pretende burlarse de la nueva Alemania o incluso de sí mismo. Muchas de esas frases, en las que pone toques de humor negro, sobran, no son nada eficaces, ponen nervioso al lector, al menos a mí. No puedo asociar humor y nazismo. Hay escenas y actitudes del narrador –el propio comisario Gunther, desafiante y cínico- que no resultan creíbles: los desenvueltos interrogatorios a los jerifaltes nazis, sus diálogos mordaces con Heydrick, la idea de que quiera suicidarse por haber participado en las matanzas del Este ocupado, en los Einsatzgruppen.

            Pero vale como lectura veraniega que seguro que encanta a los morbosos que se interesan por las malignas personalidades de las SS.

            Aunque al respecto, Praga y Heydrich, hay lecturas más recomendables, la novela de Laurent Binet, HHhH, una reconstrucción fidedigna del atentado que acabó con la vida de Heydrich y la reciente biografía del jefe de la Policía Criminal y de las SS y planificador de la solución final, por el historiador inglés Robert Gerwarth, Heydrich. El verdugo de Hitler. "Es la fascinación del mal absoluto, con mayúscula, igual que Drácula. Heydrich es el Drácula de los nazis, el Hannibal Lecter de los nazis", asegura Philip Kerr.

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