sábado, 24 de agosto de 2013

A late quartet


            Cuando escuchamos en una sala de conciertos un cuarteto de Beethoven lo que nos entusiasma es la propia música, si conseguimos sintonizar con ella y tenemos el ánimo preparado o, acaso, nos maraville el dominio técnico de los músicos que la interpretan. En principio no nos interesa la vida privada de esos músicos, el tipo de relaciones que pueda haber entre ellos, la dinámica del grupo, aunque en los programas de mano suele haber algo de su historia, un mínimo apunte de la formación. Es justamente de eso de lo que nos habla la peli A late quartet. Una agrupación que lleva 25 años de historia se prepara para ensayar un difícil cuarteto de Beethoven, el opus 131, curioso cuarteto de siete movimientos enlazados, sin pausa. El próximo concierto será el de la conmemoración de su cuarto de siglo juntos. Pero entonces comienzan los problemas. El cello descubre los primeros síntomas de Párkinson, han de interrumpir los ensayos y buscar alternativas. El incidente desata otros: la relación entre el segundo violín y la viola se agrieta; el primer violín, un hombre frío pero gran virtuoso, se enamora de la hija violinista de los anteriores. El grupo entra en ebullición.


            La peli alterna fragmentos de la gran música con escenas de la vida de los cuatro músicos. Explota la atracción que la clase media culta siente por los temas y el barniz de la gran cultura, como es el caso de la música clásica y todo lo que la rodea. Con anécdotas del tipo que Schubert indicase que deseaba escuchar este cuarteto antes de su muerte, como así sucedió. Lo que les sucede a los cuatro personajes, más la hija de la pareja, se puede entender como ilustración de ese mundo de la alta cultura con el que el espectador quiere identificarse, por lo que puede suceder que se vea como impostación, como una historia muy cerrada, poco flexible. Los actores - Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Christopher Walken, Imogen Poots, Wallace Shawn- están espléndidos, como la música, pero he tenido la impresión de que estaban encorsetados por papeles tan ceñidos, con poco juego. Muy teatral.

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