martes, 23 de julio de 2013

Una mujer en Berlín, la película


          Existe una peli titulada como el libro, Una mujer en Berlín. Se puede encontrar en la red. Es decepcionante. Lo que más me ha gustado del libro es la autenticidad. En todo momento he tenido la impresión de que lo que contaba la mujer anónima era verdadero. El lenguaje y su inteligencia estaban al servicio de los hechos. Cada frase era una referencia a un suceso físico o mental, a una dentellada de la realidad y a un estado de ánimo, no hay imaginación, recreación por ningún lado, pura facticidad. Si no fuese así las confesiones de la autoría perderían valor. La peli es todo lo contrario, una recreación. Sigue el diario de Una mujer en Berlín por encima, muy por encima: no respeta la sucesión temporal de los acontecimientos, cambia a los personajes, introduce alguno nuevo, atribuyendo los hechos a unos u otros, sin un criterio, simplifica al personaje principal, la autora, no hace fluir su pensamiento, disminuye sus observaciones, deja en el aire su posición política, contribuye a la ambigüedad en su relación con los rusos, es decir, no es fiel al diario, presta oído a suposiciones posteriores sobre la autora, es decir, sabe más que lo que la autora nos muestra en su confesión.

            La peli podría haber optado por un guión original, propio, sin referencia a Una mujer en Berlín, una ficción sobre lo que sucedió en la ciudad al llegar los vencedores soviéticos, hubiese sido más honesto, más eficaz. El guión es confuso, mal trabado, no trasmite con eficacia el dolor y la humillación, el pragmatismo y el sarcasmo liberador de las mujeres berlinesas. Hay demasiada retórica, demasiados discursos en torno a la relación entre las alemanas y los rusos, entre las alemanas y sus maridos o novios, cuando en Una mujer en Berlín la escritora resuelve esas cuestiones con pocas frases. El libro, de 1945, es moderno, la película, de 2008, es muy antigua. Le falta la frialdad sentimental y la fiereza analítica del libro, además no aparecen las evidencias del dolor y del hambre, hay un esteticismo que las oculta. Si se quería poner en imágenes el libro tendría que haber adoptado una estructura de documental.

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