miércoles, 24 de julio de 2013

Amor y letras


            Liberal arts (Amor y letras) es una comedia romántica que cumple con todos los requisitos del género, pero está bien hecha, es atractiva y no decae a lo largo de sus 97 minutos. Primero está el amor, claro: un joven profesor vuelve a la universidad donde estudió y conoce a una estudiante de 19 años -él tiene 35- y se enamoran. Luego una serie de personajes secundarios peculiares que salpimentan la trama: el profesor amigo del prota que se jubila y que es la excusa para que el prota acuda a su antigua universidad. Le ha llegado la edad de jubilación pero se resiste, le cuesta abandonar lo que sabe hacer y aventurarse en el vacío. La profesora de literatura romántica, tan hosca como inteligente, tan liberal de espíritu como desengañada, que le explicó como nadie los poemas de los románticos ingleses, entre ellos La oda a una urna griega. Una librera pendiente del prota, que le dice que lleva una camisa muy bonita, el mismo día que su ex no le quiere dar una opinión al respecto “porque mi trabajo ya no consiste en hacerte sentir bien”. Un genio posadolescente con tendencias suicidas. Y un estudiante salido que tiene conversaciones pudorosamente antisistema con el prota. El decorado, tan importante en este tipo de películas, aquí el ambiente universitario y los libros; la peli está llena de libros, el prota los lleva en las manos continuamente, los enamorados tienen una discusión a propósito de un best seller de vampiros, el genio posadolescente está atado al mejor libro del mundo y la mujer que resuelve el mini drama romántico es una librera que ama los libros. Y la música, que no puede faltar, clásica y pop. Un cd grabado por la chica con inmarcesibles de la música clásica sirve para trabar las escenas en las que la peli muestra el proceso de enamoramiento. Y como nota extra, la ausencia de cachivaches electrónicos: los enamorados recuperan las viejas y largas cartas de papel y bolígrafo y el móvil brilla por su ausencia.

            El prota es una persona sensata, razonable y con sentido de la responsabilidad. En una escena, sobre un papel, hace las cuentas sobre la diferencia de edad entre él y la universitaria, lo mucho que parecen 16 años al principio, en el momento en que viven el enamoramiento y lo poco que serán cuando se vayan haciendo mayores. Pero en el momento del clímax, la chica le confiesa que será la primera vez y quiera que sea él quien la desvirgue –por supuesto en una comedia romántica no se utiliza esta expresión. El prota se echa atrás, atenazado por la responsabilidad. Deshacen la cita en la habitación de la residencia, ella se encuentra con el novio que había dejado y el prota con la profesora de literatura que le dará una última elección.

            El guión está muy bien medido y ritmado, con pequeños gags y momentos algo más dramáticos, las escenas y los diálogos fluyen, hay unas cuantas frases brillantes, en el paisaje domina el verde del campus, la luz esplendorosa y la juventud.


            Frases: “Creo que el propósito de la ficción es combatir la soledad”. “Todos estos años enseñando he tenido que dejarme muy claro que aunque esté rodeado de gente de 19, y me siento igual, ya no los tengo. Nadie se siente adulto, pero todos lo ocultamos”. “Antes fumabas, enhorabuena, vas a vivir cien años. Y qué más da si tu vida es un muermo y lo será, créeme”. “Te voy a dar un solo consejo, ponle una armadura a ese corazón blandengue que tienes”.

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