martes, 14 de mayo de 2013

Feelgood, en el Español





            No conocía el parque de Arganzuela, una gran superficie lineal junto al Manzanares, bonito para pasear o para soltar a los niños, y a los perros, ni, al final del paseo, el inmenso espacio del Matadero. Son lugares agradables, llenos de actividades, aunque a ambos, parque y Matadero, les falta algo por su juventud, no tienen pátina, hace falta que el tiempo pase por ellos para que la vida se asiente y el hombre deje su huella. En el Matadero, junto a una zona de feria, un edificio dedicado a la danza, otro a biblioteca y otros más a exposiciones, el teatro Español tiene dos salas. En una de ella veo Feelgood, cuando la tarde cae y la feria grita cercana.


            La impresión que saco al final es la misma que me producen estos grandes espacios junto al Manzanares, inacabada, inacabados. El hombre los está haciendo suyos, están en proceso de humanización. Eso pasa con Feelgood. Obra del escocés Alistair Beaton, trata un tema de actualidad, de fácil adaptación al presente de España. Un grupo de asesores de un partido político preparan el discurso que el presidente del gobierno tiene que soltar al final del congreso de su partido. El juego de la política, la actualidad, las rivalidades, el efecto electoral, la utilización de las debilidades personales para sacar ventaja. Todo lo que sabemos de ese mundo que detestamos pero que nos atrae y del que no perdemos ripio. Hay algo más, un asunto feo que se cruza en medio del congreso, corrupción, estafa, desconsideración hacia los ciudadanos. Cultivos transgénicos descontrolados. También de eso estamos informados. Me pregunto qué hubiera hecho con todo eso David Mamet, aunque ya lo ha hecho, en sus obras de teatro y en sus pelis. 

              Aquí, sin que la obra y su representación me desagraden, hay como una especie de amateurismo. A la obra le faltan frases contundentes, más eficaces, el giro que se pretende no sorprende tanto al espectador, no se ven demasiado las transiciones, al humor le falta chispa. No sé si todos los personajes que salen eran necesarios, algunos como la secretaria que lleva la agenda del presidente, parece que no vienen ni van a ningún sitio, están perdidos. Los actores están correctos, aunque exageran algo los gestos y a veces gritan sin necesidad, no son actores que practiquen la contención. Pero como digo, pasé un buen rato, quizá soy demasiado exigente.

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