miércoles, 8 de mayo de 2013

Del fin de la novela


           
            Agustín Fernández Mallo (España): “Toda generación de escritores ya consolidados cree que la historia se termina con ellos, y toda generación emergente cree que es ella quien lo renueva todo. Y en parte es verdad. Algo se extingue para que otra cosa emerja. Lo que está en crisis es un modelo de novela, pero no el género novela. Digo que está en crisis porque es cierto que la novela ha pasado de ser un arte hegemónico a una manifestación cultural sin la capacidad de transformar la sociedad en su conjunto”.

             Plantea el periódico gran debate sobre el fin de la novela.  Hace mucho que viene hablándose de su muerte, pero sobre los aparadores, cada vez menos, de las librerías y en forma de archivos digitales en las páginas de internet hay cada vez más libros de novelas, cada año un centón que nadie con larga vida podría leer.

            La novela está muerta como el género burgués que sido hasta ahora. De su muerte da fe la abundancia actual, porque cuando hay facilidad y cantidad no hay arte sino comercio y placer vulgar, en cambio, en sus momentos de triunfo había una en cada siglo o como mucho en cada década ¿Dónde está la novela de hoy?

            No sé cómo llamar a los artefactos literarios que más me gustan. Pueden seguir llamándose novela, pero en muchos sentidos no responden a lo que ese género ha sido hasta hoy. Dos entradas más atrás he comentado Los buenos soldados: es un reportaje sobre sucesos reales con técnicas novelísticas, eso sí, del que el autor se jacta de no escribir nada que no haya verificado fidedignamente. Lo mismo puede decirse de los libros de Emmanuel Cerrére, de algunos de Javier Marias, de Ciudad abierta de Teju Coe, de Saliendo de la estación de Atocha y de varios autores más. Si la novela son esos libros, la novela no ha muerto, está abriendo uno de los caminos posibles.

            La realidad está combinando, muchos dejan de leer en papel, experimentan otros formatos. Por qué no imaginar un artefacto en el que se combinen texto, imágenes, sonidos, olores e incluso sabores. Todo eso está por venir, pero creo que lo más decisivo es que las historias estén cada vez más apegadas a la realidad, que sean la propia realidad, que la fantasía, a pesar de su actual florecimiento, va a quedar desterrada del arte de novelar.

            Edmundo Paz Soldán (Bolivia): “El estado marginal actual de la novela le da mucha más libertad para hacer todo tipo de exploraciones formales y temáticas. Lo que tenemos que hacer es enfrentarnos a las nuevas tecnologías, dialogar con ellas, apropiarnos de algunas de sus estrategias narrativas”.

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