viernes, 24 de mayo de 2013

Concierto de estornudos


     
Gabetta-web

             El Adagio-Moderato del concierto para cello de Elgar es una preciosidad, lo toque quien lo toque. No conocía a la cellista SolGabetta, joven, agradable, pero ha comenzado con entusiasmo y lo ha transmitido al público y yo me he emocionado, aunque sea una música que es difícil de aislar de Jacqueline Du Pré, de sus conciertos, de las películas que le han dedicado. Es el riesgo de oír tantas veces una misma música, pero se daban las condiciones para disfrutar, hasta que en el Adagio ha ocurrido la catástrofe. He tenido la mala ocurrencia de comprar una entraba de tribuna, en el lateral de la orquesta, así que he visto las espaldas de la cellista, perdiéndome su interpretación corporal, que tan importante es en una intérprete de cello. Pero esa no ha sido la catástrofe. Ha sido una señora, que estaba también en tribuna, la que ha empezado a estornudar, en el momento en el que la cellista se estaba haciendo con la pieza, en pleno rubato, que requería toda la concentración. Estornudando una y otra vez, no había modo de que parase y encima se disculpaba con los que tenía alrededor, sonriendo, girándose, rebuscando en su bolso. ¿Por qué, en el programa de mano, no se dan instrucciones para qué la gente sepa qué hacer en caso de no poder contener la tos o ante la irrupción del estornudo? Dos filas más atrás, un puñado de chicas han empezado a reír, no a sonreír, sino a reír ante el recital inesperado de estornudos. Han destrozado cualquier posibilidad de que la música se impusiese. Todo el concierto perdido. Se ha salvado el comienzo, con una suite de Walton, a pesar de las parece que inevitables toses aisladas, con reminiscencias jazzísticas y populares –las toses y la música de Walton-, clara resonancia de la rapsodia in blue, pero agradable, bonita. Con el concierto de Elgar no ha habido manera y con la Inextinguible de Nielsen, aunque la señora de los estornudos ya estaba calmada, no he podido concentrarme. La he escuchado otras veces, la recordaba con agrado, pero no he podido entrar esta vez en ella.

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